“Yo tengo una Champions más que Mbappé” | Relevo
Cuando hablas con alguien que se ha sentido futbolista desde su más tierna infancia y se sigue percibiendo como tal a sus 52 años resulta muy fácil rescatar lo más destacado de su dilatada trayectoria. Sobre todo, porque José Emilio Amavisca (Laredo, 1971) destila anécdotas y recuerdos con la misma verticalidad con la que lució en el verde los escudos de Valladolid, Lleida, Real Madrid, Racing de Santander, Deportivo de La Coruña o Espanyol. “Yo no he visto a un exmédico o a un excantante. Yo me considero futbolista, lo que pasa es que ahora no estoy en activo”, asegura el cántabro, que sigue disfrutando de su pasión con los veteranos del conjunto blanco y con Leyendas España.
“Mi mujer me sigue teniendo que aguantar después de un partido, oírme decir que me duele la rodilla, que me duele la espalda. ‘Pues no vayas’. ‘Si no voy me muero’. Aunque me duela tengo que ir”, confiesa simpático quien muestra su sonrisa muchas veces al otro lado de la pantalla del ordenador: al recordar la anécdota con Manolo Sanchís y su afición a la cerveza a su llegada al vestuario del Real Madrid, cuando revive el oro en Barcelona ’92 (“Es muy difícil quedarse con un título, pero yo los Juegos los pongo al nivel de la Champions”), o al afirmar que él siempre ha pensado “que daba suerte” a los equipos en los que ha militado (“Ganó el Barça cuatro años seguidos LaLiga, llegué yo al Real Madrid, ganamos la Liga. El Real Madrid llevaba 32 años sin ganar la Champions, estaba yo y ganamos la Séptima, y fui al Dépor y ganamos la Copa del Rey”), recuerda Amavisca.
El exfutbolista (confieso que me cuesta escribir el prefijo) y aficionado blanco desde la cuna relata con numerosos detalles cómo él e Iván Zamorano hicieron cambiar de opinión a un Jorge Valdano que no contaba con ellos, que no sólo compartieron ataque en el Real Madrid, sino también casa. “Si yo no esperaba ni quedarme. Yo esperaba irme cedido, ni siquiera había buscado eso. Él me dijo que fuera a su casa con su madre, con Alicia, y estuve allí prácticamente dos meses hasta que encontré casa propia. A Iván y a su mamá les tengo que agradecer todo“, rememora este “heavylondio de alma negra” que ahora disfruta de la música y del fútbol con mayor libertad y la misma pasión. Es la que emplea para hablar de Bellingham, del reciente suceso de Ocampos en Vallecas, del propio fútbol, que “debería ser un mix del fútbol de Guardiola y el fútbol inglés en general”, o de Mbappé. “Es que yo tengo una Champions más que Mbappé, y si se queda en el PSG, mucho me temo que no la va a tener”, firma este amante de su Cantabria natal, donde sigue viviendo y desde donde reparte titulares como antaño, balones al área.
¿Cómo se forja la carrera de ‘El puñal de Laredo?
Yo siempre lo digo y la gente no me cree, pero yo me considero un profesional del fútbol, desde que tenía 12 años y jugaba en el Alevín en Laredo, porque yo siempre comía a mis horas, siempre me iba los viernes pronto a casa porque tenía que jugar el sábado. Yo, por ejemplo, empezábamos la temporada y ya no iba a la playa, porque a mí me decía mi padre que el sol cansaba y yo no quería cansarme; yo quería entrenar fuerte, jugar fuerte. Siempre he llevado una vida muy ordenada. Lo tenía clarísimo. Yo quería que mi vida fuera ésa. Siempre me preguntan: ¿Y qué hubieras sido de no ser futbolista? Pues futbolista, es que no tenía otro camino. En mi mente sólo había ese camino, ninguno más.
¿Y de dónde viene el mote?
A mí me sorprendió igual que a todo el mundo. Salimos a hacer la presentación cuando firmé con el Real Madrid y el speaker no sé de dónde lo sacó y me presentó como ‘El puñal de Laredo’. ‘¿Qué ha dicho este tío?’ Me gustó, porque yo siempre me he considerado muy de Laredo, soy muy de mi pueblo, me encanta estar allí, sigo teniendo allí a mi familia, a mis amigos, siempre he tenido contacto muy cercano. Yo oí Laredo y lo demás ya me daba igual, me daba igual que hubiera dicho ‘El malo de Laredo’. Luego me explicaron: ‘Bueno, te he querido decir puñal porque tú entrando desde atrás haces mucho daño y tal…’ Bueno, pues un puñal.
En esa obcecación desde niño de ser futbolista, ¿qué supone para ti la llamada del Valladolid? Es tu primer salto y cuando imagino que piensas que lo puedes conseguir.
Sí, yo acabé la liga en Laredo, en juveniles, estábamos en Liga Nacional -lo que ahora puede ser una División de Honor-, y los diez últimos partidos los jugué con el equipo de Tercera División. Hice muchos goles y el equipo subió a Segunda B. Y entonces me dijeron: ‘Mira, te están viniendo a ver de equipos. Si tú tienes la posibilidad de salir este año…’, y yo lo veía súper lejano. La verdad es que ni pensé en ningún momento ni me puse nervioso porque pensaba: ‘Me lo deben estar diciendo para que me anime, para que siga haciendo bien las cosas, para que meta goles’, y no. Acabó ese año y se puso en contacto con mi padre el Valladolid y fue todo muy rápido y me fui para allá. Era la oportunidad de, de verdad, poderme dedicar a eso de ser profesional del fútbol.
Tan rápido y tan joven te fuiste a Valladolid que creo que no tenías ni traje, ¿no?
(Se ríe). Ufff… Así es. Eso fue cuando fui a mi primera convocatoria con la Selección. Era la selección sub-20, la que iba a ser la olímpica, Íbamos todos los chicos de esa edad y a mí me dijeron que tenía que ir con traje y corbata. ¿De dónde saco yo un traje y una corbata? Y el lateral derecho de mi equipo, del Valladolid Promesas, fue el que me dejó el traje. Igual medía veinte centímetros menos que yo… Menos mal que no tengo ninguna foto de la primera convocatoria con el traje, porque me parece a mí que iba hecho hecho un espanto.
Tu paso por el Valladolid Promesas fue muy importante pero, sobre todo, tu paso por el Lleida: 36 partidos, 14 goles. Fue tu gran irrupción.
Sí, sí, sí. Estuve dos años en el Promesas, ascendimos a Segunda B y yo no quería estar en Segunda B. Yo quería probarme. Entonces salió lo del Lleida y enseguida dije que sí. Había además una mezcla de jugadores jóvenes con jugadores ya veteranos y digo: ‘Bueno, allí me conviene’. Estaba Mané de entrenadory fue yo creo que una de las mejores decisiones de mi carrera deportiva. De ahí me vine a la convocatoria para ir la Olimpiada y luego ya fue todo rodado.
“Siempre me dicen que cuál es el título que más ilusión me ha hecho. Es muy difícil quedarse con uno, pero los Juegos los pongo a la altura de la Champions”
¿Cómo recuerdas aquel oro en Barcelona ’92? Qué bonito debió ser.
Sí… Siempre me dicen que cuál es el título que más ilusión me ha hecho. Es muy difícil quedarse con uno, pero yo la Olimpiada lo pongo a la altura de la Champions. Para nosotros, siendo tan jóvenes… Guardiola estaba en el Barça, o Ferrer, o Alfonso estaba en el Real Madrid, había jugadores ya consagrados, pero muchos estábamos empezando prácticamente nuestra carrera y llegar a una final olímpica, jugarla en el Nou Camp lleno hasta la bandera, con los Reyes viéndonos, fue una ilusión para un chaval que salió de Laredo que no se había imaginado eso nunca jamás.
Tremendo ponerlo a la altura de la Séptima, ¿eh?
Sí, sí, te lo digo en serio. Bueno, la Séptima por supuesto. Además, como lo dice todo el mundo, ‘la Champions buena’, la que tuvimos que esperar 32 años para ganarla, pero no sé, quizá para un chaval de 21 años que no había jugado en ningún estadio grande, que no había jugado ni europeo sub-21 ni nada… Yo no había jugado nada. Mi primer gran torneo era la Olimpiada y era en España, era en nuestra casa, y conseguir ganarla fue algo increíble.
Te reincorporas al Valladolid y estuviste dos años más hasta que llega la llamada del Real Madrid. ¿Cómo fue ese momento? Sobre todo, porque te he escuchado varias veces que tú has sido madridista siempre, desde pequeño.
Pues primero lo niegas. No te lo crees. Encima, no fue un fichaje automático, era una opción de compra que iban pasando los días y el Real Madrid no la hacía efectiva y a mí todo el mundo me preguntaba: ‘Bueno, y si no vas al Real Madrid, ¿qué?’ Y yo decía: ‘Pues nada, si no voy al Real Madrid, me quedo en el Valladolid, sigo jugando en Primera División y feliz’, pero hombre, siempre pensabas: ‘¿Pero no van a hacerla efectiva? ¿Pero no van a hacerla efectiva?’ Pues la hicieron el último día, que ya acababa la opción, pagaron el dinero y ya fui jugador del Real Madrid.
¿Qué supuso para ti?
Todo. A nivel deportivo supuso todo: llegaba al mejor club del mundo, aunque sabía que iba a tener difícil quedarme allí, pero aunque no hubiera debutado, yo ya me consideraba jugador del Real Madrid. Mi gran sueño de toda la vida en lo deportivo lo tenía ahí, así que estaba feliz como unas pascuas.
“Fue un shock entrar en el vestuario del Madrid, ver pasar a Butragueño, a Míchel, a Sanchís… A Laudrup. Pensé que me había caído en un álbum de cromos”
¿Cómo fue entrar en aquel vestuario de la Quinta del Buitre?
Pues un shock (ríe). Imagínate, verlos a todos en la tele, tenerlos en los cromos y ver delante de ti pasar a Butragueño o a Míchel o a Sanchis… O a Lauprup. Es que era una locura. Pensé que me había caído dentro de un álbum de cromos. Verlos todos allí era… Bueno, era que no levantaba la cabeza del suelo. No me atrevía, me daba vergüenza. Ahora se me ha quitado, ¿eh? Yo creo que la gasté toda en esos tiempos de niño y empezar a jugar, y ya la gasté toda.
Decías: ‘Aunque no hubiera jugado, yo ya era futbolista del Real Madrid’. Jugaste y mucho, ganaste títulos, pero cerca estuviste de no hacerlo porque Valdano no contaba contigo. ¿Cómo fue aquello?
Sí, él quiso tener una reunión conmigo y con mi padre y nos lo explicó muy claro: ‘Yo creo que eres un jugador de proyección pero que con un año en Primera División no tienes la experiencia que yo creo que debes tener para jugar en un equipo como éste. Yo creo que te va a venir grande y que no vas a poder encajar demasiado bien’. Yo le dije que lo entendía y que tenía claro dónde quería irme cedido, entonces él me dijo que no lo tenía claro, que igual a ese equipo a donde quería ir cedido tampoco iba a jugar. Digo: ‘Pues entonces tampoco entiendo muy bien para qué me ficháis si no tenéis la confianza ni siquiera para ir cedido’. Entonces, como no tenían claro de irme cedido allí le dije: ‘Bueno, pues entonces yo quiero hacer la pretemporada, yo creo que te puedo convencer. Quiero hacer la pretemporada y ver qué pasa’. Y él me dijo que adelante, que era un reto muy importante para mí, que no me iba a decir que no, así que hice las maletitas, me fui para Nyon, para Suiza, y allí empezó la aventura.
¿Cuál era ese otro equipo?
Pues yo quería irme a Zaragoza. El Zaragoza estaba en UEFA, tenía un gran equipo y no confiaba en que pudiera hacerme con un hueco en el once y en que jugara asiduamente. Entonces, bueno, ante eso yo hablé con mi padre y dije: ‘Papá, es que yo creo que si me dejan yo voy a poder hacer cosas aquí’. Es que con los compañeros que tenía allí se hacía todo mucho más fácil. Yo, según entrené dos días allí en Madrid, antes de ir a Nyon, yo dije: ‘Bueno, es que yo tengo que quedarme aquí. Si es que aquí sales corriendo y te ponen el balón donde te lo tienen que poner. Es todo mucho más fácil’. Y, bueno, por suerte salió. Bueno, por suerte y por trabajo, las dos cosas ahí van unidas.
Eso te iba a decir porque, ¿cómo se consigue que un entrenador pase de pensar que vales ni para jugar en el equipo al que podrías ir cedido y acabes siendo un futbolista importante esa misma temporada en el Real Madrid? Marcas diez goles, la pareja que formas con Iván Zamorano… ¿Qué cambia?
Hasta que no me dice Valdano ‘te vas a quedar’, yo lo que hacía era correr como un animal, descansar como un animal… Hacía todo para poder quedarme allí. Tuve la suerte de encontrar a Zamorano. Todo con él se hacía más fácil, desde ir a vivir a su casa hasta que llevaba todos los días a entrenar a la ciudad deportiva, y un jugador de banda, que le gustaba llegar a la línea fondo y ponerlas, con un rematador como él pues era difícil que no nos entendiéramos. Eso me facilitó mucho las cosas.
¿Cómo era esa relación con Iván? Por un lado, personal, ¿cómo fue lo de irte a vivir con él?, y por otra, deportiva, porque tampoco Valdano contaba con él y acabó siendo el Pichichi de LaLiga.
Sí. Él llevaba no sé si eran dos años ya en el Real Madrid y cuando llegó Valdano le dijo que iba a ser el quinto extranjero, que no tenía sitio, cuando sólo podían jugar tres. Y, bueno, teníamos los dos la misma marca deportiva, nos presentaron, nos hicimos amigos, yo no tenía casa… Si yo no esperaba ni quedarme. Yo esperaba irme cedido, ni siquiera había buscado. Entonces él me dijo que fuera a su casa con su madre, con Alicia, y estuve allí prácticamente dos meses hasta que encontré casa propia. O sea, que a Iván y a su mamá les tengo que agradecer todo.
Os entendisteis muy bien en el campo pero porque también os entendíais muy bien fuera, donde supongo que seguiríais hablando de fútbol, del equipo.
Sí, sí, sí, hablábamos todo el día, que teníamos que cambiar eso, que había que hacerle cambiar de opinión a Valdano… Sabíamos que era difícil. Y muchas veces me preguntan sobre Valdano y yo siempre respondo lo mismo: él podría no habernos dado ninguna oportunidad y ya está, y así no se equivoca. Él dice: ‘Éste y éste no valen, ni siquiera les doy la oportunidad y ya está, nadie va a saber si valen o no valen’. Él hizo todo lo contrario, ‘¿queréis retarme? Venga, ahí lo tenéis, aquí tenéis vuestra oportunidad’. Empezamos a jugar los amistosos de pretemporada, nos ponía juntos casi siempre, vio que empezaba a funcionar aquello y él no tuvo ningún reparo en decir que se había equivocado y que formábamos parte del primer equipo.
“Iván y yo teníamos que hacer cambiar de opinión a Valdano. ‘¿Queréis retarme? Aquí tenéis vuestra oportunidad’. Él no tuvo ningún reparo en decir que se había equivocado’
¿Recuerdas esa conversación? ¿La hubo? ¿Hay alguna frase de Jorge que te marcara?
No, alguna frase no, pero cuando han pasado los años y hemos hablado, porque seguimos teniendo buena relación, te decía: ‘Joder, cómo me hicisteis quedar ahí como un tonto, ¿eh?’ Además, él se metía a jugar los rondos con nosotros y hubo un día que él estaba fuera del rondo e Iván estaba dentro. Entonces, llegó un balón justo y Valdano salió volando, pero volando, dos o tres metros volando. Le hizo un entradón Zamorano y le dijo: ‘Hombre, está bien que me hagas cambiar de opinión, pero no hace falta tampoco que me mates’. Nosotros teníamos muy claro el camino cómo había que hacerlo y al final él nos dio la razón, y yo se lo sigo agradeciendo después de tantos años.
Vaya pareja formasteis, qué forma de entenderos.
Yo recuerdo que ya en los entrenamientos, en la pretemporada, que prácticamente en los partidillos a mí no me hacía falta mirar. Yo ya sabía por dónde iba a entrar Iván. Sabía que si yo llegaba forzado a línea de fondo él iba a ir al primer palo, sabía que si llegaba sobrado él iba a ir al segundo porque sabía que yo podía llegar hasta allí. Era algo como muy natural, no hacía falta prácticamente ni hablar.
Con el Real Madrid ganas esa Liga 94/95, la 96/97, la Séptima, la Intercontinental… ¿Con qué momento te quedas de tu paso por el Madrid?
Fíjate, te va a extrañar, pero a mí me impresionó mucho la presentación del equipo. Yo llegué con el coche al estadio, con mi padre, y dije: ‘¿Qué pasa aquí? ¿Hay partido? Si a mí me habían dicho que era la presentación, sólo la presentación’. El estadio estaba lleno, sólo en la presentación, absolutamente lleno a reventar. Claro, no venían a verme a mí, venían a ver a Fernando Redondo, a Laudrup… (Se ríe) Yo era allí un poco el invitado de piedra. Y después de la presentación, la sensación de salir por el parking e ir con el coche de mi padre a 10 kilómetros por hora y sentir cómo ibas pasando por encima de los pies de la gente. La gente no se apartaba y tú notabas cómo se movía el coche, cómo subía y bajaba. Te quedabas horrorizado. Mi padre se paraba como diciendo… Y decía: ‘Pero no pares’. Dice: ‘Es que paso por encima de alguien’. ‘Tú no pares, que no podemos parar, que fíjate cómo está esto’. A mí me impresionó muchísimo. Luego, por supuesto, los títulos y por encima de todos, la Séptima. Eso se te queda grabado para toda la vida.
“A día de hoy, fíjate, mira -dice enseñando el antebrazo izquierdo-, se me pone la piel de gallina al decir: ‘Es que yo gané la Séptima’
¿Queda alguna anécdota por contar de esa Champions, alguna imagen por compartir?
Yo lo que más recuerdo es que fue acabar el partido y pensé en Zamorano, pensé en Michel, pensé en Butragueño… Pensé en los compañeros que había tenido que no habían podido tener la oportunidad de ser campeones de Champions y que eran muchísimo mejores jugadores que yo pero siempre se habían quedado a un pasito. Y que nosotros tuvimos esa suerte de poder contar para toda la vida que ‘yo gané la Séptima’. Es que, a día de hoy, fíjate, mira (levante el brazo izquierdo), se me pone la piel de gallina diciendo ‘es que yo gané la séptima’. Y yo estuve allí, y aunque jugara un minuto me da igual, como si hubiera jugado los 90, me siento igual de partícipe que todos los demás, pero me acuerdo mucho de los compañeros que no pudieron ganarlo.
Más partícipe fuiste en el 5-0 al Barça en el Bernabéu. ¿Cómo recuerdas aquel quinto tanto en aquella manita?
Qué difícil el gol, ¿eh? ¿Ves cómo era todo fácil con Zamorano? Me la puso y yo la tuve que empujar sin portero ni nada. Y, al paso de los años, yo creo que todos los que estuvimos en ese partido nos tiramos un poco de los pelos, porque el quinto yo creo que fue en minuto 60 o 60 y pocos, ellos con uno de menos, si hubiéramos apretado ese día les metemos ocho, nueve… Y ellos cuando tienen al Real Madrid bajo van a por él, van a matarle, van a hacer sangre y nosotros no lo hicimos ese día. Y con el paso de los años yo, uhmmm, me tiro un poco de los pelos porque podríamos haber conseguido un resultado histórico. El 5-0 estaba bien pero podríamos haber obtenido uno de esos que marcan tu vida.
“Los que estuvimos en el 5-0 al Barça nos tiramos de los pelos. Si hubiéramos apretado, les metemos 8 o 9. Ellos cuando tienen al Real Madrid bajo van a matarle, a hacer sangre, y nosotros no lo hicimos ese día”
Levantasteis el pie.
Sí, sí, yo no tengo ninguna duda. Es que prácticamente tú ves el 5-0, todo el público ya como respirando, ‘venga, hemos conseguido cinco’, y nosotros como que nos contagiamos un poco. No sé si hay uno o dos tiros más a portería contraria en esa media hora, no hay más. Yo lo he visto -sólo lo he visto una vez repetido ese partido-, y nos relajamos demasiado. Sí que es verdad que llevábamos dos o tres semanas escuchando a la afición ‘5-0, 5-0, 5-0’ llegó el 5-0 y es como ‘venga, el objetivo está cumplido’, pero ese día era para meterles ocho o nueve.
Claro, habíais vivido del 5-0 en el Camp Nou y la gente firmaba ya esa revancha.
Así es, así es, todo el mundo quería ‘vendetta’. Y, además, ese año el Racing de Santander también le hizo 5-0 al Barça, pero yo la sensación que tengo al paso de los años es que pecamos de poco ambiciosos ahí. Cuando tienes a tu máximo rival a tu merced -nosotros íbamos en LaLiga como aviones, ellos estaban cayendo pero muchísimo-, expulsan a Stoichkov, les hacemos el quinto… ‘Ahora es el momento’, e hicimos todo lo contrario. A día de hoy todavía me lo he hecho en cara a mí mismo. Ahora el fútbol se ha igualado y yo creo que cada vez se van a ver menos ese tipo de resultados.
Ahora mismo lo que parece más complicado, y te pregunto por la actualidad, es dejar la portería a cero. ¿Eres más de Lunin o de Kepa? ¿Te mojas?
Yo soy más de los que paran. A mí me da igual, me da igual. Además, ahora no me gusta demasiado el papel que están teniendo los porteros. Creo que les exigen demasiado, demasiado. Eso de jugar con el pie, parecer casi un libre de los de antes, que tengan que jugar todo, que no puedan pegar un pelotazo… Ahora dicen: ‘No, es que cada vez fallan más los porteros’. Normal, si ahora hacen tres veces el trabajo que hacían antes. Antes tenían que parar las que le venían a portería y ya está, ahora tienen que salir por arriba, tienen que parar, tienen que jugar con los pies, tienen que salir del área si hay un contraataque del otro equipo… Yo creo que se les exigen demasiadas cosas.
Emilio, ¿y qué te exigía Hiddink? Porque pudiste convencer a Valdano pero Guus Hiddink es el que no te dio cuartelillo, ¿no? ¿Cómo fue tu salida de Madrid?
¿Ves? Es lo que te estaba diciendo: Valdano nos dio la oportunidad, Hiddink no dio ninguna oportunidad de nada. Cuando aquello eran convocatorias de 16- llevaba siempre a 17 y, si en una convocatoria sólo había el 16 y yo, a mí no me llevaba. Ahí sí que no tuve opción de hacer nada, ahí ya sabía que me tenía que ir. En primera instancia dije: ‘No, no, yo le voy a convencer. Esto me ha pasado ya, le voy a convencer otra vez’, pero me di cuenta de que era imposible, es que no te daba absolutamente ninguna oportunidad, entonces ya decidí que me tenía que ir del Real Madrid.
¿Habló contigo?
Sí, me dijo que no entraba en sus planes y ya está, el por qué, no; sólo que no entraba en sus planes. Es que ni en los entrenamientos, si había un partidillo tú te quedabas fuera. Estaba claro que no me quería allí y yo, por supuesto, he querido y quiero al Real Madrid, pero yo lo que quería era jugar al fútbol. Si no podía jugar al fútbol en el Real Madrid, pues tenía que irme a otro sitio y jugar. Yo no podía estar con 27 años sin jugar al fútbol y estar viendo los partidos por la tele.
Eliges volver a casa, a Santander, cuando tenías otras muchas opciones, y creo que aquello generó un enfado grande de tu padre y de tu mujer, ¿puede ser?
Sí, sí, enfado y grande, y grande. A ver, a mí siempre me había quedado la espina clavada; yo no había jugado nunca en el Racing. A pesar de ser de aquí, tuve que salir por el Valladolid, y a mí eso me lo han echado mucho en cara en Santander, y yo les decía: ‘Si es que a mí no me ha llamado nunca el Racing, ¿cómo voy a ir al Racing? ¿Qué voy a decir yo: ‘Eh, fichadme, que yo soy de aquí y yo quiero jugar aquí?’ A mí nunca me había pasado eso y, sin embargo, cuando decidí irme del Real Madrid me llegó una oferta de Santander y ahí lo tuve claro, dije: ‘Bueno, llevo desde los 18 años fuera de casa, ahora tengo 27, pues es hora de volver. Ya he estado muchos años fuera, vuelvo a Santander y me quedo ya hasta que acabe el fútbol’.
Con el consiguiente enfado. ¿Por qué?
Nada, me quieren mucho así que no fue para tanto… Sí, me decían que podía venir al Racing con 34 años, no con 27, en lo mejor en teoría de la edad de un futbolista, y yo les dije que bueno, que el que tenía que jugar era yo y que la decisión sí, que podía hablarla con ellos -más que hablarla con ellos era comunicársela-, pero que yo quiero ir allí y yo soy el que tengo que jugar, el que al final va a tener que luchar por objetivos menores como es la salvación, no por ganar títulos. Pero yo soy muy de aquí, me gusta mucho vivir aquí -sigo viviendo en Santander-, así que lo tuve claro desde el principio.
Llegaste al Racing, viviste lo que era el Sardinero, donde te lo habían puesto muy difícil cada vez que ibas, no te trataban especialmente bien…
No, no, todo lo contrario, me trataban muy mal, pero yo creo que ellos se dieron cuenta cuando volví que todo lo que se habían hecho en la cabeza no era verdad, y que yo venía con muchas ganas, no venía aquí, como muchos dijeron al principio, a morir, como a un retiro dorado. Y yo creo que tuve dos años y medio muy buenos en Santander. Jugué a un gran nivel, se habló incluso de que podía ir a la Selección en ciertos momentos, yo estuve muy a gusto. La pena fue el palo, para mí grande, cuando descendimos a Segunda. Eso yo creo que ha sido lo que más me ha dolido en el fútbol. Más que las lesiones, que tengo cinco operaciones de rodilla, me ha dolido el descender con el Racing.
¿Es el campo en el que peor te habían tratado? ¿Tienes algún recuerdo especial de algún estadio, alguna anécdota?
Yendo con el Real Madrid hay muchos estadios en los que no te tratan demasiado bien, pero nunca me fijaba en eso. No te pueden quitar la pelota ni pueden rematar al centro.
Sobre el suceso de Ocampos en Vallecas: “Ese seguidor del Rayo Vallecas no se merece disfrutar del fútbol ni de ningún otro deporte. No puede entrar nunca más a un recinto deportivo”
Al hilo de esto te pregunto por la desagradable situación que vivió Lucas Ocampos en Vallecas en la pasada jornada. ¿Qué te parece? ¿Qué opinión te merece?
Bueno, es que es muy fácil lo que me parece, que ese seguidor del Rayo Vallecano no puede entrar nunca más a un recinto deportivo, ya no digo a Vallecas, digo a ningún recinto deportivo. Esa persona no se merece disfrutar del fútbol ni de ningún otro deporte. Estamos llegando ya a unos límites que sobrepasan cualquier realidad. El fútbol, que tiene que ser algo para disfrutar, para estar con tu equipo, para sonreír, no puede derivar en esto. Eso no es deporte, no es fútbol ni nada que se le parezca.
¿Cómo viviste tu siguiente etapa en A Coruña? También bonita, ¿verdad? Has tenido «suerte« realmente, más allá de ese descenso con el Racing, has vivido buenas épocas en los equipos en los que has estado. Ganasteis la Copa.
Sí, la verdad es que sí. En Coruña tuve tres años muy buenos, la ciudad es preciosa, se parece mucho a Santander. En tres años allí yo creo que quedamos en Liga segundos, terceros y terceros, fuimos semifinalistas de Champions, ganamos al Real Madrid la Copa del Rey -el famoso Centenariazo-, volví al fútbol de élite. Volví a pelear por títulos, por ser los mejores y a darme cuenta de que no se me había olvidado eso, que siempre a mí me ha gustado luchar por objetivos importantes y en el Dépor lo volví a vivir otra vez. Con Djalminha, con Manuel Pablo, con Valerón, con Tristán… Un auténtico equipazo, top, ya no en España sino a nivel europeo.
¿Qué supuso para ti ganarle al Madrid en ese ‘Centenariazo’?
Yo tenía amigos que me decían: ‘Joer, tal, es que…’, y yo les decía: ‘Es que no me teníais que haber echado. Es que yo doy suerte’. Yo dije, mira: ‘Ganó el Barça cuatro años seguidos LaLiga, llegué yo al Real Madrid, ganamos la Liga. El Real Madrid llegaba 32 años sin ganar la Champions, estaba yo y ganamos la Séptima. Yo siempre he pensado que daba suerte. Y fui al Dépor y ganamos la Copa del Rey. Si es que no cabía otra opción, claro.
Del Dépor te marchas al Espanyol, dónde decides colgar las botas. ¿Cómo llega uno a ese momento en el que piensa: ‘Esto se acaba’ o ‘Lo dejo, hasta aquí’?
Sí, mi año en el Espanyol fue muy bueno también a nivel deportivo. Yo esperaba jugar bastante menos de lo que jugué, como 25 partidos, además el equipo -¿ves cómo doy suerte?-, entró en UEFA, o sea que fue una temporada muy buena y me pasó lo mismo que cuando me fui al Racing. Yo me encontraba bien físicamente, yo creo que podía haber seguido un par de años o tres sin ningún problema, pero ya tenía dos hijos. Ya mi hijo había pasado de Santander a Coruña, de Coruña a Barcelona, mi hija de Coruña a Barcelona no lo había pasado nada bien, entonces digo: ‘No quiero tenerles por ahí de ciudad en ciudad, que no se sientan arrastrados a ninguna parte’. Y llegó el momento que le dije a mi mujer: ‘Yo creo, cariño, que lo dejamos aquí. Hemos tenido una vida deportiva maravillosa. No la vamos a poder mejorar ya, entonces es momento de volver para casa, buscar otras cosas que hacer’. Y así tomé la decisión de irme para casa y ahora disfrutar de mi familia y de cosas que antes no podía hacer.
¿Cómo qué? ¿Cómo el rock que tanto te gusta?
Por ejemplo. Cuando jugaba no iba a ningún concierto, ahora intento no perderme ninguno. Si hay concierto aquí cerca, que tenemos en verano uno a San Sebastián, pues a San Sebastián; si hay que ir a Madrid, a Madrid. Bueno, jugando al fútbol sigo jugando al fútbol. A pesar de que ya tengo 52 años, pero cada vez que hay partido de veteranos de Real Madrid o de la Selección allí voy. Mi mujer me sigue teniendo que aguantar después de un partido, oírme decir que me duele la rodilla, que me duele la espalda. ‘Pues no vayas’. ‘Si no voy me muero’. Aunque me duela tengo que ir.
Háblanos un poquito de tu afición al rock, anda. ¿Qué grupo, qué cantante, quién lleva a Emilio Amavisca loco de concierto por toda España?
Me gustan muchísimos grupos, muchísimos cantantes, me gusta el rock, me gusta el heavy… Tenemos un grupo de amigos, con mi hermano, que tenemos los mismos gustos musicales, y hay uno de nuestros amigos que le llamamos ‘El perro de aguas’, que según hay concierto ya está avisando: ‘Concierto tal día en el WiZink, ya he mirado las entradas, hay que darse prisa que van a…’, y nos juntamos cuatro o cinco y para allá que vamos. Lo pasamos muy bien. Son cosas que no has podido disfrutar cuando eras más joven, pero que siempre hay tiempo. Siempre dicen: ‘No, que los futbolistas son tan jóvenes, los pobres, ¿cómo no van a salir?’ Bueno, pues yo he salido a partir de los 34 años. Ahora me dice mi mujer: ‘Jolín, pues lo has hecho bien, ¿eh?, todo aquello que perdiste lo estás recuperando bien’. Porque yo creo que hay momentos para cada cosa, y cuando aquello yo lo que quería era jugar al fútbol y ser futbolista y hacerlo bien y no tenía en la cabeza otra cosa.
Pero no me das ningún nombre.
Yo soy de los Maiden. A mí me gusta Iron Maiden, pero me gusta Metallica. O españoles: me gusta Extremoduro, me gusta mucho Marea. Me encanta Nino Bravo también. Me encanta la canción montañesa, que parece que no pega mucho el heavy con la canción montañesa, pues también me gusta. A pesar de ser ‘heavylondio’, de tener el alma negra, sí que me dejo abrir a otros modos de ver la música.
“Me gusta Iron Maiden, Metallica, Extremaduro, Marea. Me gusta Nino Bravo y me encanta la canción montañesa. A pesar de ser ‘heavylondio’, de tener el alma negra, me abro a otros modos de ver la música”
Lo que veo detrás de ti son botellines de cerveza, que podría decir que parece difícil de disociar de la parte «heavylondia», pero en realidad sería un prejuicio, pero es que me han chivado que la cerveza de después de los partidos no la perdonas, ¿no? De tu época de futbolista creo que hay una buena anécdota con Sanchís y la cerveza.
Sí, sí, con Manolo Sanchís. Pero, claro, en el fútbol hay que cuidarse, no puedes beber toda la cerveza que te apetece. En el vestuario ese día, era el día de la presentación, pues yo estaba sentado mirando al suelo porque no me atrevía a mirar a nadie, y cuando levanté la cabeza justo enfrente se sentaba Manolo Sanchís y yo noté que me estaba mirando. Entonces, volví a bajar la cabeza rápidamente y digo: ‘Bufff, espero que no me haya visto’. Yo seguí ahí haciendo mis cosas -bueno, haciendo que hacía algo, porque no hacía nada-, y de repente vi los pies aquí (debajo de su cara). Entonces subí así y era Manolo Sanchís. ‘Hola, tal, soy Manolo Sanchís’. ‘No hace falta que te presentes’. Y dice: ‘Es que te quería hacer una pregunta’. Y digo: ‘Vale’. Y me dice: ‘¿A ti te gusta la cerveza?’
A él le gustaba mucho también y, hostia, se me pasaron veinte cosas por la cabeza. ‘¿Qué le digo yo ahora a este hombre?’ Me dije: ‘Bueno, vamos a ir con la verdad por delante, ha venido así…’. Digo: ‘Pues sí, yo normalmente es lo único que bebo, cerveza’. Y me mira y me dice: ‘Tú vas a triunfar en el Real Madrid’. Y cogió, dio la vuelta y se fue. Entonces yo me quedé, que digo: ‘Esto es una broma, ¿no?’ Yo miraba, ‘alguno está grabando alguna cosa, está haciendo una inocentada o algo así’. Y luego, pasados los años, le pregunté, y dice: ‘No, no sé, te vi y dije: Bueno, pues le voy a preguntar. No sé por qué me salió’. Y digo ‘madre mía, pues a mí casi me da un infarto cuando me hizo la pregunta’. Me quedé, madre mía, de piedra.
¿Y cómo es ahora reencontrarte con el fútbol, con los veteranos del Madrid, volver a vestir la camiseta nacional en los partidos de Leyendas España? ¿Cómo es la vida del futbolista después del fútbol, cómo de fácil o difícil para ti, es para ti, para vosotros?
Sí, para algunos es muy difícil. Yo, como nunca me he considerado exfutbolista… Digo: ‘No, no, no, yo soy futbolista. Yo no soy exfutbolista, lo que pasa es que ahora no estoy en activo, pero yo soy futbolista’. Yo no he sido otra cosa en mi vida. Yo no he visto a un exmédico o a un excantante. Yo me considero futbolista. Cada vez que hay un partido, que nos juntamos, que contamos anécdotas con gente que te llevabas mal, que tenías mucha rivalidad, ahora dices: ‘¿Pero cómo éramos tan tontos?, con lo bien que nos llevamos ahora, lo bien que lo pasamos’. A mí eso me da muchísima vida. Yo siempre que hay un partido, siempre que puedo llegar algún martes o algún jueves a algún entrenamiento de los que hacen mis compañeros en Valdebebas, siempre me añado ahí. Es algo que voy a tener toda la vida. Yo tendré 70 años y seguiré queriendo dar una patada al balón, lo tengo clarísimo.
¿Nos cuentas alguna anécdota de ésas? ¿Con qué jugador tenías algún rifirrafe y ahora dices: ‘Madre mía, con la que tuvimos y ahora lo bien que nos llevamos’?
Yo he tenido rifirrafes hasta ahora, de veteranos. Yo soy un agonías. Yo quiero ganar y tengo muy mal perder. Luego cuando acaba el partido ya se me olvida, pero durante el partido, yo ahora mismo siendo veterano, si tengo que dar una patada, doy una patada; si tengo que agarrar, agarro. Sigo siendo competitivo. A pesar de mi edad ya, sigo teniendo ese ansia por ganar. Bueno, ¿qué jugadores? Yo he tenido peleas, entre comillas, pues no sé, con Sergi Barjuán, con Angulo del Valencia, y luego nos hemos visto y digo: ‘Joder, pues es un tío más majo que…’. Pues ya ves, pensarían lo mismo que yo: ‘El tonto este’, y ahora dirán: ‘Pues bueno, no era tan tonto. O sigue siendo tonto, pero no tanto’. Nos lo pasamos muy bien. La verdad es que se vive de otra manera, lo disfrutas muchísimo más. Cuando eres profesional, pues eso, es tu profesión, te debes a eso, tienes que ganar. Aquí te abres mucho más, disfrutas mucho más del fútbol. Disfrutas de estar, más que compañeros, con amigos, y eso es uno de los grandes legados del fútbol, lo que dejas. Lo que dejas, en teoría; no lo dejas, lo tienes toda la vida, y esos valores con el paso de los años los sigues manteniendo, y eso es algo muy gratificante.
¿Y cómo vives ahora desde fuera tu madridismo?
Bueno, intento parecer tranquilo, intento ser imparcial. Yo estoy en RNE, hago los partidos del Real Madrid y hay muchos aficionados del Real Madrid que me dicen: ‘Joder, es que tú eres antimadridista’. Digo: ¿Yo? Lo que pasa es que yo quiero que el Real Madrid gane, pero quiero que juegue bien, quiero que haga las cosas como yo entiendo que se tienen que hacer, no es que sea antimadridista. Intento, si el Real Madrid hace un penalti, decir que ha sido penalti, y si se lo hacen al Real Madrid, también. Intento ser objetivo. Intento no ser un hooligan. Yo cuando veo a mi hijo que está en casa, que es también muy de Real Madrid, o a mi hija, digo: ‘Eh, eh, eh, vamos a ver. Nosotros entendemos de fútbol, ¿eh? Nosotros no podemos estar aquí a chillar, no podemos estar aquí a decirle al árbitro, porque tiene razón el árbitro’. Eso no se puede hacer. Les intento inculcar eso, a veces no lo consigo. Intento, pero son muy talibanes del Madrid.
“El fútbol debería ser un mix entre el fútbol de Guardiola y el fútbol inglés en general”
¿Es Bellingham el que más te motiva de este Real Madrid cuando lo ves? ¿Qué es lo que más te hace disfrutar y lo que menos, lo que más te enfada?
Me parece un jugador total. Yo le había visto jugar partidos así sueltos en el Borussia, pero nada que ver con lo que estoy viendo ahora. Es que todo el mundo se fija en esos 14 goles que lleva en Liga, yo no me fijo en eso. Yo me fijo en el trabajo que hace para el equipo y es algo brutal. No es que me enfade de nada. Empieza a decir la gente: ‘Joer, éste está fallando, es que qué mal, es que ya está para retirarse…’ Hombre, tú también tienes días malos en tu trabajo. Lo único que me molesta es cuando veo desgana o veo desidia o veo que bajas los brazos. Y ahora mismo disfruto con el Real Madrid, está jugando bien. Bueno, a veces piensas: ‘Pues igual el fútbol debería ser un poco más vertical ahora’. No hablo ahora del Real Madrid en particular, en general. A veces tienes envidia de algún partido de la liga inglesa que ves. Otras dices: ‘Quizás están demasiado acelerados’. Yo creo que el fútbol ahora debería ser un mix entre el fútbol de Guardiola, digamos, y el fútbol inglés en general. Un mix de eso yo creo que sería lo que a mí me gusta, un fútbol que sí, que puedes tocar un poco, pero siendo verticales, y en ese sentido el Real Madrid me gusta. De los que veo en la Liga española, quizás es el equipo más vertical.
A los aficionados del Madrid que dices que te llaman ‘antimadridista’ no creo que les haga mucha gracia que alabes a Guardiola, ¿no?
No, no, seguro que no. A mí tampoco me gustaba demasiado el fútbol de Guardiola. Bueno, cuando estaba Messi, Ronaldinho y tal es imposible decir que no te gusta ese fútbol, pero yo tocarla tanto, tanto, tanto, tanto… Que sí, que se defiende mejor con la pelota, es verdad, pero yo echaba de menos las transiciones. Yo veo correr a Rodrygo, a Vinicius, a Bellingham y a mí se me cae la baba en el televisor. Yo le explico a mis hijos: ‘Yo, en malo, pero era algo así. Yo era vertical, yo quería ir hacia delante’. Yo creo que el espectador se divierte muchísimo más así.
“Yo veo correr a Rodrygo, a Vinicius, a Bellingham y a mí se me cae la baba en el televisor. Yo le explico a mis hijos: ‘Yo, en malo, pero era algo así; vertical, yo quería ir hacia delante'”
¿Y Mbappé? ¿Vendrá Mbappé? ¿Qué te hacen sentir esas idas y venidas, ese sí pero no, a ti que siempre has tenido tan claro que querías jugar en el Madrid? ¿Esto cómo sienta?
¿A mí? Mal. Yo no concibo a alguien que quiera ser el mejor jugador del mundo, con todos mis respetos, estando en un PSG, en una liga como la francesa. Yo siempre he oído hablar de ‘tal jugador, buah, buenísimo, buenísimo, de los mejores’. ¿En qué equipo ha jugado? ¿Ha jugado en el Madrid? No. Entonces, éste tampoco habrá podido ser el mejor. Tú, si quieres ser el mejor jugador del mundo y marcar diferencias, tienes que ir a un equipo como el Real Madrid. Tú tienes que ir al mejor equipo del mundo, y marcar las diferencias ahí, y ganar la Champions.
Siempre que me preguntan digo: ‘Es que yo tengo una Champions más que Mbappé’. Que sí, él ha sido campeón del mundo con Francia, pero es que yo tengo una Champions y Mbappé no la tiene, y si se queda en el PSG, mucho me temo que no la va a tener. Sin embargo, si viene al Real Madrid, va a tener muchísimas más posibilidades. Fíjate, Cristiano ha estado en grandes equipos pero donde ha ganado cuatro Champions ha sido en el Real Madrid, y eso marca una carrera de un futbolista, aunque sea un futbolista de los mejores de todos los tiempos como es él.
Pues podríamos seguir hablando y hablando, Emilio. Te preguntaría y repreguntaría por nombres y nombres, pero creo que lo dejamos aquí. Ha sido un placer. Si se te queda algo en el tintero…
Sí, yo estaba encantado. No me has preguntado por las camisetas.
Cierto, y estoy viendo y mirando todo el rato la de Dubovsky.
Hombre, Dubovsky era un gran amigo, coincidí con él en el Real Madrid y la noticia de su muerte me chocó de una manera… Tenía guardada esa camiseta porque cuando jugué contra él, Real Madrid-Oviedo, nos cambiamos la camiseta, como no podía ser de otra manera, y me gusta tenerla ahí presente y verla todos los días. Todas las que están detrás de esa camiseta de Dubovsky, son de amigos. Tengo una de Manolo Sanchís, tengo una de Zamorano, tengo una de Makaay… Las guardo con mucho cariño.
Y ésa es la de la final de la Olimpiada, que ésa hay que guardarla como oro en paño. Y ésta de aquí, la rojita, esa es de cuando te dije que era juvenil y había jugado con el equipo de Tercera y subimos a Segunda B. Como premio nos regalaron esa camiseta, que igual si la toco se cae a pedazos, pero ahí colgada hace mucha ilusión verla.
¿Cómo recuerdas la noticia del fallecimiento de Dubovsky?
Pues primero, cuando se empezaron a decir tropecientas cosas, digo ‘va, será un rumor, será mentira’. Se han dicho tantas cosas y tan diferentes todas, pues yo pensaba que era mentira, pero según me llamó José Félix Díaz, que es un periodista de Marca que es amigo de los dos, ahí ya lo tuve claro. Es que es un shock tan grande, una persona tan buena, tan alegre, tan joven, con tanto por hacer, un pedazo de futbolista con una calidad tremenda y que se acabe tu vida de una manera tan tonta, tan inesperada, estando de vacaciones, como que no lo asimilas. Cuando muere una persona joven no eres capaz de asimilarlo. Ves a un señor mayor, ya con achaques y te vas haciendo la idea que algún día tiene que llegar su hora, pero con alguien tan joven no eres capaz de asimilarlo. Yo a día de hoy todavía no lo he conseguido. He hablado hace poco con la que era su chica, que habían pensado casarse… Bueno, yo creo que iban a volver de ese viaje y se iban a casar. Es un shock tan grande que duele. Hablo de ello ahora mismo y el dolor sigue ahí. Pero bueno, es ley de vida, hay cosas inesperadas, por eso hay que disfrutar mucho de la vida, hay que ser feliz y hacer feliz -o intentarlo por lo menos-, a todos los que tienes alrededor, porque cuando menos te lo esperas se baja el telón y se acabó todo.
Hay que disfrutar del rock and roll mientras esto dure.
Así lo haré. (Dice haciendo los cuernos del rock con las dos manos).