“Con la tragedia de Tito Vilanova se juntó todo, escuchabas historias pero no te daban explicaciones” | Relevo
Aunque vive con su familia en Lugano, la vida de Cesc Fábregas (Arenys de Mar, 1987) se desarrolla en Locate Varesino, una pequeña localidad de cuatro mil habitantes, a media hora de Como y no demasiado lejos de Suiza. Allí recibe a Relevo, porque allí es donde se encuentra la ciudad deportiva del club que dirige con la misión de portarlo a Serie A dotándole, además, de una cierta identidad, un lenguaje.
Mientras estudia para sacarse el título de entrenador, de momento se erige como el segundo del galés Osian Roberts (ex asistente del Aston Villa). Pero en el silencio del lago lo saben. Saben perfectamente que el catalán es el líder en la sombra, la persona elegida por la familia asiática Hartono (dueños de la multinacional de tabaco Djarum) para modernizar y dotar de estética un anquilosado fútbol italiano. El ritmo es pausado, pero la ambición es máxima. Es la metáfora de su fútbol.
Los punto cardinales del Como Calcio son tres: Londres (con Dennis Wise), Indonesia con los jefes e Italia, donde estás tú, también como accionista del club junto a Henry. ¿Nos ayudas a desgranar perfectamente este proyecto que tenéis?
El firmamento Como es algo en lo que hemos depositado grandes ilusiones, pero también mucha energía y dedicación. Estamos intentando crear una estructura sólida, una base para alcanzar lo antes posible nuestros objetivos: el primero es llegar ya, este año si es posible, a Serie A (se la disputará con Parma, Palermo, Venecia o Cremonese). Pero el proyecto no es solo eso… Queremos dejar una identidad, un legado, una herencia. Los propietarios son ambiciosos. De hecho, acabamos de comprar esta ciudad deportiva que ves. La hemos remodelado, porque es la clave de todas nuestras expectativas: es el día a día, donde el jugador entrena, come, pasa muchas horas con sus compañeros, con el cuerpo técnico. Mira, yo quiero crear aquí una familia, un club unido, una idea dentro y fuera del terreno de juego. Tenemos que seguir creciendo para que el Como sea muy importante en el futuro.
¿Cuál es tu rol exactamente? Comienzas esta temporada a entrenar el Como B, después echan a Moreno Longo porque el equipo ganaba jugando mal, coges el primer equipo un mes como interino… Y ahora como segundo del galés. Imagino que, en unos meses, serás el primer entrenador… Quizás en Serie A.
Vamos a ver. Aquí todo está muy claro: estoy sacándome el UEFA Pro, y me siento contento, porque es un aprendizaje y una satisfacción enorme. Es una experiencia importante para mí, porque es algo en lo que ya maquinaba desde hace años. Me encuentro bien y me sale natural. Ya dentro del campo ejercía en cierta manera de entrenador porque trataba de ayudar a mis compañeros. Me apasiona, ojalá que vaya bien todo y sigamos creciendo aquí en Italia.
Estaba pensando en tu precocidad constante, ahora como entrenador. Me vino a la cabeza Juanma Lillo, cuando entrenó el Salamanca en Primera con 29 años. Por cierto, viendo el andamio que tienes situado entre los dos campos, me has recordado a Luis Enrique en los tiempos del Celta. Al final, todo cuadra. ¿Quieres una visión global -tipo rugby- de tu fútbol?
No, verás, no es como el rugby, donde el entrenador se sube a la grada para tener una panorámica del verde. Yo lo uso de forma bien distinta. El andamio está entre dos campos: en uno entrenamos nosotros y en el otro está el Como B (Primavera). Hay veces que terminamos de entrenar y me subo corriendo para ver sus partidos con más tranquilidad. Esa es su función, porque a mí me gusta estar en el campo cuando les entreno. Me gusta sentir al futbolista, sus sensaciones… Llevo muchos años dentro del terreno de juego. Siento y veo cosas porque fui centrocampista. Sí es cierto que mi asistente se sube al andamio para tener otra perspectiva y aclararme ciertos puntos referentes a la táctica. Todo dependiendo si atacamos o estamos trabajando la defensa.
¿Cómo trabaja un poeta las matemáticas?
Te pongo un ejemplo: si nos toca jugar contra el Brescia esa semana, intentamos formar un equipo en el entrenamiento que juegue idénticamente al Brescia, que ya hemos estudiado precedentemente. Es difícil, una putada porque lógicamente mis hombres no quieren simular que son el contrario y, por ende, trabajar de forma diferente a cómo lo hacemos nosotros, pero es necesario para mi fútbol. Exacto, para manejar y coordinar estos momentos difíciles, está el andamio. Somos muy precisos, detallistas y perfeccionistas.
Tu última temporada como jugador fue en el Como, aunque ya con un rendimiento por debajo de lo esperado. Más allá de haber jugado para algunos técnicos italianos como Conte o Sarri, ¿qué te llama la atención de Italia?
El proyecto, porque es a largo plazo. Esto es un fútbol muy táctico, muy difícil, pero interesante. Es un reto. Cuando hablé con los dueños ya estaba todo claro: jugar un año y luego ser entrenador. Quería que aquí fueran mis inicios en los banquillos, por eso vine a jugar, para tratar de integrarme rápidamente de la mejor manera, comprender bien los entresijos, la idiosincrasia de un campeonato que no conocía. ¿La verdad? Estoy contento, porque acostumbro a retos continuos. Con quince años me fui a vivir a La Masia abandonando mi familia, mi pueblo, todo. Después, con dieciséis me mudé a Londres solo. He ido a Francia para jugar en el Mónaco con Henry, volví a Barcelona para después Londres nuevamente… La clave de la vida es adaptarse. Triunfa quien se adapta mejor, sobre todo a los reveses o problemas. Ahora estamos aquí aclimatándonos aún a la cultura, a un fútbol diferente, pero fascinante igualmente.
Con diecinueve años ya eras capitán del Arsenal, incluso coincidiendo con viejas glorias como Pirés, Campbell, Bergkamp o el propio Titi. ¿Todo esto que me cuentas vio en ti Wenger para confiártela?
Creo que le transmitía confianza. Soy un chico al que nunca le regalaron nada. Trabajé muchísimo, sin parar. Creo que fui el primero que se marchó a Inglaterra, cuando aún era algo difícil… Luego llegaron Reyes, Almunia, Xabi Alonso, Luis García… Pero fui el primero. Siempre me lo tuve que ganar, exacto. Jamás tuve miedo, y resalto lo que dije antes: transmitía confianza porque siempre daba todo a nivel personal y profesional. Mi vida era el fútbol, y estaba allí para dejarme el alma por el club. Creo que el míster sentía, notaba toda mi pasión por el balón. Lo que daba en el día a día, cómo lo transmitía a los demás… Quiero pensar que fue eso.
¿Te preguntó primero si estabas preparado?
Fue una charla informal. Me llamó a su oficina… Fue un momento importante para mí, algo que recordaré toda mi vida. Más que preguntar, me lo dijo de una manera natural. Me hizo sentir muy importante.
Tras triunfar en el Arsenal vas a un Barça que viene de ganar Liga y Champions. Allí estuviste tres años, con tres técnicos diferentes. Tu primer curso fue el último de Guardiola. Da la sensación que algo se estaba apagando ya… Lo del Chelsea de Di Matteo aún hoy no se explica.
Mis primeras sensaciones fueron espectaculares. Hasta enero o febrero fue increíble, porque además ganamos las Supercopas y el Mundial de clubes. Luego hay un pequeño bajón, que coincide con un Madrid (de Mourinho entonces) muy fuerte. Intentamos engancharnos al campeonato, pero donde metemos todas las balas es en la Copa (que se gana contra el Athletic de Bielsa), pero sobre todo la Champions.
¿Podemos diseccionar esa derrota?
Fue muy significativa, y además creo que fue determinante, importante para Pep. Mi sensación es que a partir de ahí él comienza a marcharse. Creo que ahí tomó la decisión definitiva. Sigo viendo esos dos partidos, y aún no me creo lo que sucedió. Creamos suficientes ocasiones tanto en la ida como en la vuelta… Lo lógico habría sido ganar los dos partidos. Yo, de hecho, me siento responsable porque en Stamford Bridge tuve dos claras, luego dejo a Alexis solo que tira al palo… Después también Sánchez, otra de Leo, Pedrito al palo. ¿Y qué decir del Camp Nou? 2-0 a favor, ellos con uno menos… Fue una derrota tan dura que no la creíamos, ni siquiera hoy. Pero bueno, a nivel general supuso una gran temporada, pero esto es el Barça: pierdes tres o cuatro partidos en liga y te echan de la Copa de Europa inmerecidamente y…
¿Y? ¿Ahí Guardiola dijo basta con el dichoso entorno del que siempre alertó Cruyff?
Nosotros somos deportistas y nos acordamos de todo; la gente no. Es difícil de entender cómo con tanta superioridad puedes quedar fuera, pero esto también hace que el fútbol sea tan fascinante. Respecto a lo de Pep, creo que sí. Se desgastó muchísimo allí, y creo que tomó la decisión de parar.
La sensación es que en Barcelona jamás vimos al Cesc -sublime- del Arsenal. El segundo año fue el de Vilanova. ¿Cómo gestiona un vestuario la tragedia?
No me gusta excusarme en nada, pero fue durísimo. Estábamos superando el trauma de perder a Guardiola, un genio absoluto…. Luego viene lo de la enfermedad de Tito, que supuso un choque fortísimo porque era una persona muy querida, respetada. A Piqué, Leo y a mí nos había entrenado ya cuando teníamos catorce años. Le teníamos mucho afecto. Por no hablar de la enfermedad de Abidal. Se juntó todo: días, meses, semanas muy duras a nivel anímico porque no es fácil ver personas a las que quieres que de repente desaparezcan. Escuchas historias, preguntas, pero no te quieren dar explicaciones para no desestabilizarte mentalmente. Fue duro gestionarlo, pero logramos la Liga de los cien puntos, nada fácil. Es cierto que luego el Bayern en Champions nos arrasó.
¿Tienes la sensación que esa Liga no se valoró todo lo que merecía? Parece que se subrayaron mucho más las goleadas encajadas por el Bayern en semis.
Puede ser que no se le haya dado la importancia suficiente, porque no sé si volvió a llegar a los cien puntos el club. ¿Sabes? A veces es más fácil recordar lo negativo que lo positivo. Intento siempre ser estable para comprender bien qué hicimos, cómo sucedió, lo que superamos durante la temporada… Al final, cada uno es libre de tener el recuerdo que quiera. Yo me acuerdo de las cosas que nos hicieron felices gracias a sobrepasar límites humanos, y es que esa temporada fue así. Terminarla con Tito y Abidal levantando el título en el Camp Nou lo recordaré toda la vida.
Ya pensabas y analizabas como entrenador. Recuerdo una vez hace años a Gattuso decir, espontánea y humildemente, que fue a Sevilla para estudiar a Quique Setién en el Betis. Luego también se marchó a Munich para ver a Pep, pero lo de Setién me pareció interesante. ¿Tú a quién has ido a ver?
Colgué las botas en junio del año pasado y tuve que comenzar a preparar la temporada para dirigir el Como B. Luego surge lo del primer equipo… En definitiva, he tenido poco tiempo porque todo va rápido. Sí te puedo decir que voy a Londres de vez en cuando a hablar con Arteta. Veo sus entrenamientos, pero también los de Jack Wilshere en las categorías inferiores del Arsenal. Hablo con gente, sobre todo directores deportivos o analistas que trabajan para otros clubes y me pasan material acerca de cómo trabajan sus entrenadores, sus clubes… Me gusta, hago mis propios estudios, sigo a managers que me encantan. Intento, si uno me gusta, no ver su partido con la cámara de la tele sino pedir una cámara táctica para analizarlo minuciosamente, para ver cómo trabaja ofensiva y defensivamente, cómo gestionan momentos difíciles del partido. Pregunto, observo, curioseo mucho. Sigo la pista directa o indirectamente de los que me gustan para saber cómo piensan, por qué son buenos, diferentes, en qué consisten sus detalles, manías, obsesiones.
Uno que siempre has seguido y admirado públicamente ha sido Mourinho, quien te fichó para el Chelsea tras perder la Liga con el Tata Martino. ¿Cómo fue aquello?
Estábamos jugando el último partido de Liga en el Camp Nou contra el Atlético de Madrid, que nos ganó la Liga. Se nos pone muy bien con el 1-0 de Alexis momentáneamente… Entonces, recuerdo, estaba muy feliz, porque me encontraba en un buen momento en un Barça donde me había ganado la titularidad entre comillas. Sentía que si hubiéramos ganado ese partido me habría quedado muchos años en el Barça. ¿Sabes por qué? Porque me costó mucho asentarme: primero me ponían de falso nueve, luego de media punta… Casi nunca de interior, que era para la posición que me habían fichado con la idea de reemplazar a Xavi en el futuro. El caso es que Xavi seguía y seguía jugando, entonces era muy difícil para mí porque hablamos de un fenómeno, una leyenda.
¿No te sentías querido?
Tras perder la Liga, tuve una sensación extraña: no me sentía del todo…. Del todo… Bien. Entonces decidí dar un paso al lado. Antes del Mundial de Brasil me reuní con Txiki Begiristain, pero también con el United y con Mou. Tenía esas tres ofertas para volver a la Premier. De las dos reuniones -City (con Manuel Pellegrini) y Chelsea- me impresionó mucho la manera en que me habló José. Tenía las ideas muy claras. Además, fue sincero. Recuerdo que me dibujó un equipo y me dijo que, conmigo, ganaríamos la Premier. Me encantó su propuesta, su mensaje, y decidí marcharme con él.
Efectivamente tenía razón. Líder de asistencias, fue una de las mejores temporadas de tu carrera.
Sin duda. Me encontré muy bien como futbolista. Llegué con 27 años, muy maduro. Tenía hambre, ganas de lograr algo siendo importante. Ya lo viví en mi primer año con el Arsenal de Los invencibles, donde me hizo mucha ilusión, pero no terminaba de jugar ahí. Con Mou mi rol era capital. Con él jugué una de las mejores temporadas de mi carrera, sin duda. Buen fútbol, asistencias, velocidad… Mourinho me hizo sentir un líder.
¿Con Pep volviste a hablar desde Barcelona?
Con Guardiola hablé dos veces desde Barcelona. Una vez, ya con Antonio Conte, ganamos 1-3 al City. Ese año volvimos a levantar la Premier. Charlamos durante cinco minutos tras el choque. La otra vez fue el año pasado, cuando hice la final de la Champions con British Sport. Le entrevistamos cuando la ganaron. Sí, estuvimos hablando un rato.
Triunfaste en el Chelsea, pero a ti te habría gustado volver al Arsenal. ¿Es cierto que Wenger ya no te quería?
Una vez que decido marcharme del Barça, por mi cabeza solo pasa volver al Arsenal. Era lo único que conocía, era mi equipo, un club al que amo con locura por todo lo que me dieron, por todo lo que viví allí. Me ayudaron a crecer. Ellos tenían una opción de recompra por el mismo precio de venta. Tenían una semana para ejecutarlo unilateralmente, y además yo no podía negociar con nadie. Hablé con Zubi y Bartomeu para decirles que me iba; luego contactamos al Arsenal para hacérselo saber. El club gunner tenía las puertas abiertas para ficharme, pero la semana pasó y no respondieron. Entonces, aparecieron los otros tres grandes. Tomé, creo, la mejor decisión para seguir creciendo porque aún era muy joven.
Mourinho es válido en el contragolpe frenético British, pero no rehúsa ni mucho menos el músculo o la táctica del calcio. ¿Qué herencia te han dejado los entrenadores italianos a lo largo de tu carrera?
Tácticamente son muy buenos, aunque en ocasiones excesivamente rígidos. Tienen sus ideas claras, y es muy difícil hacerles cambiar de opinión. Las tienen talmente interiorizadas que en muchas ocasiones non quieren oír otras posibles soluciones. Mi sensación es que son muy seguros y trabajan muy bien.
Roberto De Zerbi, quien suena con fuerza para el Barça, es diferente. Su fútbol no es tanto cemento sino seda. ¿Le estudias también?
Es un referente claro del fútbol moderno. Ha encontrado varias soluciones para neutralizar cuando el rival viene a presionarte fuerte y alto, con marcajes individuales. Nuevos recursos para sacar el balón, para encontrar el hombre libre. Es bueno descubriendo espacios, haciendo uso de la profundidad… Pases cortos, hombres muy bien posiciones, entendiendo y respetando los tiempos siempre. Al final, aunque juegues en un espacio muy pequeño, siempre hay huecos. La dificultad es dónde están y cómo se encuentran o se buscan. El entrenamiento es clave, pero aquí entra el factor tiempo: me refiero a que al balón hay que llegar en el momento justo, ni antes ni después. Muchas veces el balón circula y tú ya te estás moviendo, luego es muy fácil para el rival seguirte para tratar de quitarte espacio. Si tú esperas el momento justo para ir a por el cuero, quizás cuando aún no ha salido siquiera del pie de tu compañero… Ese es el instante clave. Intuir, adelantarte, porque así se ganan dos o tres metros y estás libre de marca para poder comenzar la siguiente jugada. Es un visto y no visto, pero detrás hay un mundo.
La posición del cuerpo es la clave
La postura, sobre todo la postura y el tiempo en el que tienes que venir a ayudar a tu compañero. Es fundamental para mí en el fútbol moderno.
¿Todo esto lo tiene De Zerbi? Guardiola ya le avala. De hecho, le veía como sucesor de su City. También está sonando con fuerza para volver a Italia.
Para mí sí lo tiene. Todo lo que estudié de él, lo que he visto o entendido de gente que trabajó con él… Sí, es todo esto. He ido a sus entrenamientos, y tengo que decir que trabaja muy bien la superioridad, la postura del cuerpo, el saber cuándo partir, las interpretaciones, cuándo te necesita tu compañero. Saber eso es ser inteligente.
De llegar a la Ciudad Condal, tendría que comprender y tolerar también ese entorno asfixiante y maquiavélico que se ha llevado por delante a Koeman, Luis Enrique o Xavi, quien reconoció lo cruel y desagradable que es entrenar al Barça. ¿Tan duro es? ¿Tanto como para que un culé como Guardiola diga que jamás volverá allí a entrenar? Cruyff, por cierto, nunca regresó al banquillo. Se quedó hasta el final como líder en la sombra. Un gurú, un demiurgo fuera de los focos.
Desgraciadamente esta presión de la que hablas sólo la sentí como jugador. Como entrenador del Barça no he tenido la suerte de vivirla. Obviamente hay presión. Es el Barça, y al igual que el Madrid, el Bayern, el United de Ferguson antes, el City de Pep ahora… Hay que ganar, y además hay que hacerlo de una cierta manera porque el modelo es intocable. No lo digo yo o Xavi; creo que la afición piensa lo mismo. Nos han educado así desde muy pequeños.