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de enfermedad poscrita a patología crónica ‘vencible’

Hace 40 años, el VIH irrumpió en el mundo, trayendo consigo el miedo, el desconocimiento y la estigmatización. En España, como en muchos otros países, la llegada del virus de la inmunodeficiencia humana desató una crisis sanitaria que transformó vidas, trastocó los sistemas de salud y cambió la percepción social y médica de las enfermedades infecciosas. Sin embargo, lo que comenzó como una condena inminente de muerte se ha convertido en una enfermedad crónica tratable, gracias a los avances científicos y la mejora en la calidad del tratamiento. Este reportaje hace un recorrido por esos 40 años de historia, observando cómo el VIH ha pasado de ser una enfermedad proscrita a una patología crónica vencible.

En los años 80, el VIH llegó a España como una amenaza desconocida. No había nombres, no había tratamientos, sólo una misteriosa enfermedad que estaba cobrando vidas rápidamente, especialmente entre colectivos vulnerables como homosexuales, usuarios de drogas intravenosas y personas transgénero. Conocida inicialmente como SIDA, la enfermedad generó pánico no sólo por su mortalidad, sino también por los modos de transmisión, lo que la llevó a un estigma social muy considerable.

En 1983, España confirmó los primeros casos de VIH. Las autoridades sanitarias y los médicos luchaban por comprender qué estaba ocurriendo, mientras los medios de comunicación amplificaban la alarma pública. Las campañas de prevención comenzaron a poner en el foco en el uso del preservativo y el cambio de hábitos para evitar la transmisión, aunque los avances en investigación eran todavía limitados. En ese contexto, el VIH pasó de ser un misterio a una emergencia mundial, de hecho ha infectado a más de 85 millones de personas y ha causado alrededor de 40 millones de muertes en todo el mundo.

Avances en investigación y tratamientos

El despertar de la esperanza

A medida que avanzaba la década de los 90, comenzaron a llegar los primeros avances en la investigación científica. En 1987, la terapia antirretroviral (TAR) revolucionó el tratamiento del VIH. El descubrimiento de los medicamentos combinados permitió reducir la carga viral en los pacientes y, en muchos casos, convertir el VIH en una enfermedad crónica manejable. Se iban abriendo así nuevos caminos que permitía vislumbrar con esperanza que la enfermedad podría llegar a convertirse en crónica.

En España, el sistema público de salud comenzó a ofrecer estos tratamientos en los hospitales, y poco a poco, se logró lo que muchos consideraban imposible: que el VIH dejase de ser una noticia trágica.

Con el paso de las décadas, la mejora de los tratamientos antirretrovirales, la accesibilidad a los mismos y la educación sanitaria han permitido que las personas que viven con el VIH en España

puedan llevar una vida prácticamente normal. Así, lo que una vez fue una noticia desgarradora con el paso del tiempo se ha convertido en una enfermedad crónica controlable e indetectable que sólo requiere un seguimiento médico y, ahora mismo, una única pastilla al día.

Como resultado de todo ello, la tasa de mortalidad entre las personas con VIH ha disminuido drasticamente, y la vida de quienes padecen la enfermedad se alinea más con la de cualquier otra persona con patologías crónicas como la diabetes o la hipertensión.

La estigmatización sigue presente

A pesar de estos avances, el VIH sigue siendo una enfermedad rodeada de prejuicios y estigmatización, especialmente en ciertos colectivos como los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), las personas migrantes o las trabajadoras/res sexuales. Esta estigmatización persiste, alimentada por el desconocimiento y los estereotipos, lo que en muchos casos dificulta la prevención, la detección temprana y el acceso a medicamentos por miedo a la sociedad.

Además, aunque España ha logrado avances en la lucha contra el VIH sin precedentes, el camino aún no está completamente libre de obstáculos. En las últimas décadas, han surgido nuevos desafíos, como el aumento de los casos entre mujeres y jóvenes, que en muchos casos no se sienten adecuadamente informados. En muchos casos se cree que la pérdida de miedo debido a que es una enfermedad crónica hace que no se valoren las medidas de prevención de forma adecuada.

Mirando hacia el futuro

El futuro del VIH en España está marcado por una continua batalla por la prevención, especialmente entre las generaciones más jóvenes, que a menudo consideran que el VIH ya no es una amenaza. A pesar de los avances, la educación sobre el uso del preservativo, la realización de pruebas regulares y la divulgación de información correcta y accesible son fundamentales.

A nivel científico, la investigación sigue avanzando. Desde la posibilidad de una cura hasta la mejora de las terapias existentes, las expectativas sobre el futuro del VIH son cada vez más prometedoras. Además, la introducción de la profilaxis previa a la exposición (PrEP) ha proporcionado una nueva herramienta para la prevención del VIH, especialmente entre las personas más vinculadas a la infección.

Historia de una esperanza

El VIH ha recorrido un largo camino en los últimos 40 años en España, desde ser una enfermedad que generaba pánico hasta convertirse en una patología crónica y tratable. Aunque aún existen desafíos, el progreso ha sido notable y se sigue avanzando hacia un futuro donde el VIH, si bien no ha sido erradicado, se puede considerar una enfermedad que puede ser vencible gracias a los avances médicos y la constante investigación.

Hoy, el VIH es una cuestión de control. En lugar de un futuro incierto, las personas que viven con la enfermedad tienen la oportunidad de vivir, trabajar y disfrutar de una vida plena, como cualquier otra persona. El reto está en continuar la lucha contra la estigmatización, garantizar el acceso a tratamientos y continuar promoviendo la educación y prevención para que, en los próximos años, el VIH sea aún más manejable.

Pero todavía quedan pendientes grandes retos. El tratamiento para el VIH ha avanzado significativamente desde su descubrimiento, y hoy en día existen varias opciones terapéuticas que permiten a las personas con esta patología llevar una vida saludable y productiva. Los tratamientos se centran principalmente en la terapia antirretroviral (TAR). Estos medicamentos se dividen en varias clases, cada una dirigida a una etapa diferente del ciclo de la patología.

El tratamiento con medicamentos para el VIH se llama terapia antirretroviral (TAR). Consiste en tomar una combinación de medicinas todos los días, aunque ahora bajo una misma píldora

. Estos medicamentos no curan la infección por VIH, pero ayudan a personas con VIH a vivir una vida más larga y saludable al llegar a ser indetectable y ubicarse el virus en lo que se conoce como reservorios (nódulos linfáticos). Esto hace que su transmisión -propagar el virus a otros-, sea prácticamente nula.

Las personas con el VIH, a pesar de tomar un tratamiento antirretroviral efectivo, siguen manteniendo un pequeño número de células infectadas en algunos tejidos de su organismo. Son los conocidos como reservorios virales, los responsables de reactivar la infección si se interrumpe el tratamiento antirretroviral. 

Los medicamentos para el VIH reducen la cantidad de VIH, o carga viral, en su cuerpo, lo que ayuda a:

  • Entregar a su sistema inmunitario la oportunidad de recuperarse. Aunque todavía hay algo de VIH en su cuerpo, su sistema inmunitario debe ser lo suficientemente fuerte como para combatir las infecciones y ciertos tipos de cáncer relacionados con el VIH.
  • Reducir el riesgo de transmitir el VIH a otras personas.

Existen varios tipos diferentes de medicamentos contra el VIH. Algunos funcionan bloqueando o cambiando las enzimas que el VIH necesita para hacer copias de sí mismo. Esto evita que el VIH se copie, lo que reduce la cantidad de VIH en el cuerpo. Varios medicamentos hacen esto:

  • Inhibidores de la transcriptasa inversa análogo de los nucleósidos (ITIN): Bloquean una enzima llamada transcriptasa inversa
  • Inhibidores de la transcriptasa inversa no análogo de los nucleósidos (ITINN): Se unen a la enzima transcriptasa inversa y luego la cambian
  • Inhibidores de la integrasa (también llamados inhibidores de transferencia de cadenas de integrasa, o INSTI): Bloquean una enzima llamada integrasa
  • Inhibidores de la proteasa: Bloquean una enzima llamada proteasa

Algunos tipos de medicamentos para el VIH y sida interfieren con la capacidad del VIH para infectar las células CD4 del sistema inmunitario:

  • Los inhibidores de fusión impiden que el VIH ingrese a las células
  • Los antagonistas de CCR5 y los inhibidores posfijación bloquean diferentes moléculas en las células CD4. Para infectar una célula, el VIH tiene que unirse a dos tipos de moléculas en la superficie de la célula. El bloqueo de cualquiera de estas moléculas evita que el VIH ingrese a las células
  • Los inhibidores de la unión se unen a una proteína específica en la superficie externa del VIH. Esto evita que el VIH ingrese a la célula

Además de los antirretrovirales, las personas con VIH pueden necesitar tratamiento para las comorbilidades asociadas, como infecciones oportunistas, problemas cardiovasculares o enfermedades renales. La atención integral, que incluye el manejo de otras condiciones de salud, es clave para garantizar la calidad de vida. De hecho, un reciente estudio europeo, señala que en España, la calidad de vida y su prolongación en el tiempo es de las más altas del mundo.

Medicamentos PrEP y PEP

Los medicamentos contra el VIH no sólo se utilizan para el tratamiento una vez la persona está infectada. Algunas personas los toman para prevenir la enfermedad. El PrEP (profilaxis previa a la exposición) es utilizado por personas que aún no tienen el VIH, pero tienen un riesgo muy alto de contraerlo por su exposición. La PEP (profilaxis posterior a la exposición) es para personas que posiblemente hayan estado expuestas al VIH. Esto significa que debe ser utilizado dentro de las 72 horas posteriores a una posible exposición al VIH para prevenirlo. La PEP debe usarse sólo en situaciones de emergencia, como también puede darse en sanitarios al haber tratado esta patología y creer que se han podido contagiar de alguna forma. No se destina como uso regular por las personas que pueden estar expuestas al VIH con frecuencia, sólo como se ha indicado en casos que lo aseguren con la mayor rotundidad.

Por otra parte, después de negarlo durante meses, el Ministerio de Sanidad accedió el pasado mes de julio, financiar un nuevo fármaco de rescate, lenacapavir, comercializado como Sunleca por el laboratorio Gilead y para pacientes complejos, es decir aquellos a los que ningún otro tratamiento es efectivo. Se calcula que hay en España 250 personas en esta situación.

La vacuna

Una vacuna experimental desarrollada en la Universidad de Duke (Carolina del Norte, EE UU) desencadenó un tipo escurridizo de anticuerpo ampliamente neutralizante en un pequeño grupo de personas inscritas en un ensayo clínico iniciado en 2019. Los hallazgos se publicaron el pasado mes de mayo en la revista científica Cell.

De esta forma, el equipo de Scripps Research y de la Iniciativa Internacional para la Vacuna contra el SIDA (IAVI, por sus siglas en inglés) demostró que era posible estimular las células precursoras necesarias para fabricar estos anticuerpos poco comunes en las personas. El estudio de Duke da un paso más para generar estos anticuerpos, aunque a niveles bajos.

«Algunas partes del virus se parecen a nuestras propias células, y no nos gusta fabricar anticuerpos contra nosotros mismos», comenta Barton Haynes, director del Instituto de Vacunas Humanas (Human Vaccine Institute) de Duke y uno de los autores del artículo.

Los anticuerpos concretos que les interesan a los investigadores se conocen como anticuerpos ampliamente neutralizantes, que reconocen y bloquean distintas versiones del virus. Debido a la naturaleza cambiante del VIH, hay dos tipos principales de este y cada uno posee varias cepas. Una vacuna eficaz tendrá que dirigirse a muchas de ellas.

«Se trata de uno de los estudios más trascendentales sobre la vacuna contra el VIH hasta la fecha», asegura Glenda Gray, experta en el virus y presidenta y CEO del Consejo Sudafricano de Investigación Médica (South African Medical Research Council), y quien no participó en el estudio.

Sin embargo, los hallazgos representan un nuevo avance, sobre todo teniendo en cuenta las muchas vacunas que se han quedado por el camino en estas décadas, pero sin duda alguna, ésta quizá traza un camino para el desarrollo de una certera vacuna, aunque quede -seguramente- mucho trabajo por hacer.

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