Xavier Aldekoa (Barcelona, 1981) es periodista, corresponsal en África de La Vanguardia, donde escribe una columna quincenal en la página de deportes, porque además, es muy del Barça. Es autor de los libros Océano África, Hijos del Nilo, Indestructibles y Quijote en el Congo y colabora en medios como National Geographic, en RAC1y escribe en la revista 5W. Padre de dos niñas, ha ganado, entre otros, el premio Ortega y Gasset a la mejor cobertura multimedia por Río Congo, es Premio Saliou Traoré, tiene el Rebela de Comunicación y recibió el Memorial Joan Gomis. Cofundador de la productora social e independiente Muzungu, coautor del proyecto transmedia Indestructibles, sobre la infancia africana, es divertido, guapo y generoso como nadie. Además, debería tener el Oscar a la organización de mudanzas de piso.
Pues seguramente por viajar a África. Debió parecerme el camino más fácil para viajar a África, ahora que lo pienso, supongo.
Cuando tenía 20 años y me fui a Mali. Había pensado muchas veces en ir a África y tal. Pero cae en mis manos el diario de René Cahier, que era un chavalín de 15 años. Un panadero humilde que fue el primer tipo occidental en llegar a la ciudad legendaria y misteriosa de Tombuctú en el desierto y salió vivo para contar lo de Tombuctú, que era una leyenda en aquel momento, una leyenda similar a la del dorado Latinoamérica. Una ciudad llena de oro, de diamantes, con las fachadas empedradas de rubíes, que se creía que estaba en el desierto. Además, ese rumor se basaba en un mapa, en el siglo XIII creo que era, en el que se veía un rey en la zona del desierto con una pepita de oro en la mano del tamaño de un melón. Entonces eso creó una fiebre por encontrar esa ciudad perdida y los mejores exploradores del mundo, sobre todo los británicos y los franceses, se lanzaron de cabeza a encontrar esa ciudad y muchos se mataron en el intento. Ese chaval, que era un desgraciadillo, se sube de polizón a un barco, se va hasta Senegal, está nueve meses aprendiendo el idioma local, las costumbres. Aprende a rezar, y encuentra Tombuctú porque conoce todas las costumbres, se puede comunicar con la gente local sabe que el curso del río Níger ha cambiado y le indican cómo llegar y se convierte en el primer occidental en llegar . Yo me leía su diario con devoción. Por eso fue a remontar el rio Níger con 20 años.
Estaba estudiando periodismo porque quería ser corresponsal en África y hacía prácticas en la sección de cultura de La Vanguardia, crónicas de conciertos y demás.
Sí, sí. O sea, no fue tan difícil como lo de Cahier, pero bueno. Yo tardé 12 días por el río, pero claro, ya se sabía dónde estaba. Pero bueno fue complicado, en África tampoco nada es fácil. El barco se paró por la pinaza, se atascó durante dos o tres días y tuvimos que estar acampados a la intemperie ahí en una pequeña isla y lo que hacíamos para matar el tiempo era jugar a futbol.
Con calcetines.
Si, cogí mis calcetines, hice una pelota y con eso jugábamos partidos. Nos sirvió también para unirnos. No había nada que hacer durante todo el día, salvo esperar.
Generalizando, sí. Pero país por país, podría matizar. Me explicó. A ver, al este de Uganda es el atletismo seguramente. Si vas a Kenia o Senegal probablemente la lucha senegalesa es más importante, bueno, y el fútbol también. Si te vas a Madagascar es la petanca.
¡Sí, la petanca! En Madagascar son los mejores del mundo jugando a petanca. No se sabe pero en cualquier aldea hay niños mujeres y adultos jugando a petanca.
¡Te lo juro! En Madagascar tú te vas a una aldea perdida en las tierras altas y todos juegan a petanca.
En Sudáfrica el deporte rey para los blancos es el rugby, para la población de raíces indias es el críquet, los negros juegan a rugby, pero mucho a fútbol, así que depende del país. En Eritrea, por ejemplo, más el ciclismo que nada. Es verdad que en general, volviendo a la generalidad, en todo el contienente se atiende mucho al fútbol. En el Magreb, en la zona subsahariana, también, toda la zona de Nigeria, de Ghana, de Costa de Marfil, de Camerún… Hay una pasión por el fútbol de la hostia.
Sí, claro. Un pin del Barça te puede salvar la vida, o una camiseta del Madrid, claro. En África una casualidad te salva la vida en según qué momentos, claro. Y el fútbol también. ¿En zonas de guerra? Un detalle te salva, claro. Bueno, sí, a mí me ha ayudado mucho el fútbol. Me ha abierto puertas, ha rebajado tensiones y ha habido momentos en que esa rebaja de tensión era clave. Ha habido momentos que pensaba que me pegaban un tiro y gracias a decir “Barça, Messi vengo de Barcelona” aquello ha relajado la tensión. Así que diría, puedo decir, que con la perspectiva, hablar de Messi me ha salvado la vida.
Mira, recuerdo una vez en República Centroafricana, que estaba en el norte del país, el país estaba hecho trizas, acaba de explotar la guerra civil y yo llegué a una ciudad de 27.000 habitantes totalmente fantasma en ese momento. A un lado estaban unas 100 familias musulmanas de la ciudad, y luego había unas 3.000 o 4.000 personas cristianas viviendo en la iglesia. Dentro de la iglesia, no podían salir porque los mataban. Y yo era el único sitio donde me podía quedar a dormir. Hablé con una monja italiana que llevaba un poco el asunto, eras como la jefa y y me dejó dormir. Bueno el caso es que la monja esta tenía unos ovarios descomunales, Imagina que, los antibalakas llegaron un día a la puerta de la iglesia y le dijeron, mañana vete de aquí porque vamos a matar a toda esta gente y si te vemos por aquí estás muerta tu también. Y la tía decidió quedarse, llamó a quien pudo, a los cascos azules, a la cruz roja, a quien pudo y les salvó la vida a todos por que llegaron a proteger a la gente. Si no los habrían matado a todos, a ella la primera.
Ver qué pasaba, estar con ella, con la gente y hablé esa tarde con un chaval. No se veía una mierda. Salimos, nos fuimos bajo unos los árboles, nos sentamos a la la sombra, se relajó…estábamos ahí hablando y de repente aparecieron dos chavales con Kalashnikov.
Sí, deberían de tener 14, 15 años. Iban drogados o borrachos. Puede que las dos cosas. Muy probable.
Pues sí, porque yo me temí lo peor. Le empezaron a acusar al chaval con el que estaba hablando de ser de los otros. Y eso, o sea, podía acabar con un tiro en la cabeza de ese chaval sin problemas. De hecho, él se acojonó un montón, le temblaba el labio.
¿Yo? Pues también, claro, en esas circunstancias te pegan un tiro sin preguntar mucho más. Pero uno de los dos chavales llevaba la camiseta del Barça.
¡Sí! Y me salió salió decirle “hostia Barça-Messi, yo soy de Barcelona ¿Eres del Barça? Es el mejor equipo”.
En francés, en inglés, en algún dialecto, al final te comunicas como puedes… El caso es que aquello rebajó la tensión lo suficiente como para que ese momento en el que habían olido miedo, y el chaval y yo teníamos miedo y eso es muy jodido, que sepan que tienes miedo porque ellos llevan un fusil en la mano y eso les hace crecerse, abusar del poder que les da esa situación, ¿me entiendes, me explicó?
Igual que te pegan una paliza para aumentar su poder, te matan. ¡Nunca sabes! Bueno, pues decir Barça, Messi, nos salvó aquel dia. Yo de hecho, como te decía, siempre viajo con cosas del Barça y del Madrid. Con lo que puedo, pins, adhesivos, algún lapiz para los niños… lo que puedo. Si tengo alguna camiseta ya es perfecto. Ayuda siempre. Hay mucha gente del Madrid y del Barça. Bueno, ni te imaginas.
Depende. Te diría que en general, del Barça. Puede que esté cambiando. Eso también funciona por el número de jugadores negros que tenga el equipo. Va a épocas. Pero la Premier es la Premier y lo supera todo: el City ahora es lo primero. Luego el United, el Arsenal, el Chelsea. Pero el Madrid y el Barça son mucho. La Selección Española en según qué zona, ojo. Lo que pasa es que la camiseta del Madrid es muy fácil, porque es blanca. Es que los africanos son muy singulares.
Por ejemplo, en la zona subsahariana les gustan mucho los colores así que la de la senyera del barça les encanta. Les gusta el rojo y el amarillo, entonces son del Barça porque el color es mas llamativo que la blanca. Les da igual. aunque no sean del Barça. Por eso en algunas fronteras debes tener cuidado porque tú te crees que son del Barça y no lo son.
Mira, cuando estuve navegando el el río Congo casi tres meses, 4.700 kilómetros, tenía que atravesar una zona de grupos rebeldes con niños soldados y ahí también recuerdo estar en él pasando una zona con todo de controles militares rebeldes en el camino, una zona muy conflictiva. Recuerdo un día, seis críos con ametralladoras te piden el pasaporte, todos drogados, y tú intentas eso, rebajar la tensión, ves a uno con la camiseta del Barça, y tú les dices, mira soy de Barcelona, Barça y tal, hay alguno del Barça aquí, siempre hay alguno, y entonces saco el pin y le regalo un pin. Lo que pasa es que ahí la experiencia te avisa y eso lo has de vigilar, porque son lugares muy jerárquicos, son estructuras muy jerárquicas. El jefe manda y punto. Y si tú le das un pin a todo el mundo, lo que estás haciendo es insultar al jefe. Necesita algo más, claro. Al jefe hay que cuidarlo y has de saber quién es. Y a ese darle más que a los demás. Si a uno le das el pin, al jefe un banderín.
Bueno, el Barça me ayuda siempre. Y en el Madrid tengo un contacto que también me ayuda, me da cosas. Joder, me ayudan mucho. Gracias a una camiseta del Madrid pude dormir en una nevera remontando el río en un barco.
Soborné al capitán de la barcaza. Éramos 400 pasajeros, como sardinas. No había sitio ni para tumbarse, 60 metros de eslora apiñados entre las mercancías, en cuclillas con un tío entre tus piernas y dos a tu lado, otro entre tus rodillas de otro detrás, o sea, imagínate cuatro semanas así. 15 horas cada día de una chica de San Agustín que cocinaba para pagarse el viaje y cobraba un poco a la gente. Yo comía mangos, cacahuetes y plátanos. Casi siempre comía eso. Gracias a la camiseta del Madrid negocié poderme quedar encima de la nevera. Había una nevera de estas horizontales de los bares, las de los helados, donde metían a los monos o las serpientes que mataban durante el camino. La carne es muy valiosa y la cocinaba la chica. A veces yo estaba durmiendo y me decían: “blanco, levántate que tenemos que meter un mono”. Y me metían ahí un mono que acaban de cazar. Porque yo era el blanco, claro. El único blanco, claro. Yo me llevé de puta madre con ellos, sobre todo con los grumetes del barco, habían hecho apuestas a ver qué día me salía del barco. No se creían que un blanquito podía estar ahí en esas condiciones y viajar como ellos porque eso es lo que me dijo el capitán dijo: mira, yo te voy a dejar entrar y le prometí la camiseta del Madrid. Yo dije que si llegaba al final, le regalaba la camiseta del Madrid. Pues no me fiaba.
De Kisangani a Kinshasa, que son unos 1.800 kilómetros y tardas semanas o meses porque si se estropea una pieza tiene que ir alguien a la ciudad y volver. Si tienen que cargar y el camión que viene se ha estropeado esperan hasta que llega. Además, el capitán, que es el puto amo, para donde le da la gana. Si por el camino tiene una novia, para tres días y ahí te quedas…
Sí, y le di la camiseta del Madrid. No sé quién ganó la apuesta, pero yo llegué.
De Messi. Bueno, menos en las colonias portuguesas, claro, ahí de Ronaldo. En Angola, en Mozambique, en Cabo Verde… Pero en el Chad vi a un niño jugando en un campo de desplazados con una camiseta del Madrid. Acababan que venía de Nigeria, después de ser atacado por los yihadistas de Boko Haram, y él llevaba la camiseta al Madrid. Marcó un gol, fui a celebrarlo con él y le dije algo del Madrid de Cristiano y me dice: no, si yo soy de Messi, del Barça, pero no tengo otra camiseta más que esta. Meses después volví y se había cosido una con tiras azules y rojas.
Antes más, ahora se ve más la Premier. Piensa que un Getafe-Villareal no le interesa a nadie, pero un Arsenal-United, sí. La Premier tiene más interés, mucho más que LaLiga. El Barça-Madrid es otra cosa, claro, pero la Premier… Es verdad que a veces en según qué sitios ven partidos dos meses después, o resúmenes. Yo incluido. Depende. En las ciudades es más fácil, claro. Pero en según qué sitios… Évole a veces me envía cosas y te enteras de que ha pasado dos semanas después, depende…. Pero no te imaginas como lo viven. Me acuerdo de la Supercopa del dedo de Mourinho a Tito, el último gol no lo vi porque se empezaron a dar de hostias como ultra sur y boixos. ¡Pero unas hostias en el bar!
Sí, pero no sé por qué, mi abuelo era del Madrid. Aunque no le dejaban ver los partidos porque estaba mal del corazón.
Buf, el Barça es un sentido de pertenencia. En África soy feliz.
Me pregunta por África. Me gustaría llevarle a que la conozca.
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