Los programas ultras dinamitan el modelo europeo | Elecciones europeas 2024 | Noticias

Vuelta a la década de 1980. O antes. Una Europa con candado en las fronteras interiores, en la que reina el aislacionismo comercial, donde el derecho nacional se impone al europeo —lo que erosiona el mercado único—, y sin políticas de cohesión y solidaridad que contribuyen a cerrar las brechas entre socios y regiones. Así es la Unión Europea que ansían los partidos de extrema derecha. Los ultras como el francés Reagrupamiento Na…

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Vuelta a la década de 1980. O antes. Una Europa con candado en las fronteras interiores, en la que reina el aislacionismo comercial, donde el derecho nacional se impone al europeo —lo que erosiona el mercado único—, y sin políticas de cohesión y solidaridad que contribuyen a cerrar las brechas entre socios y regiones. Así es la Unión Europea que ansían los partidos de extrema derecha. Los ultras como el francés Reagrupamiento Nacional, Hermanos de Italia, Alternativa para Alemania (AfD), los polacos de Ley y Justicia (PiS) o el español Vox no quieren salir del club comunitario, sino cambiarlo desde dentro. Sus programas políticos para las elecciones a la Eurocámara del próximo domingo dinamitan el modelo europeo actual, que ha marcado una de las mejores épocas del continente, y suponen un atisbo de lo que sería el retroceso hacia una Europa de naciones, raquítica, sin peso geopolítico en un mundo globalizado: una Europa cada vez más débil. “Más Italia, menos Europa”, dice la Liga de Matteo Salvini.

La radiografía de sus promesas electorales para el 9 de junio muestra recetas ultranacionalistas, incompatibles entre sí y con escasas propuestas alternativas al rosario de problemas que describen. La constelación ultra europea está formada por dos familias desunidas y diversas: la de los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR) —con miembros como Hermanos de Italia, de Giorgia Meloni, que habla de acabar con la “eco-locura”—, que el Partido Popular Europeo considera en cierta forma la ultraderecha “aceptable”, y la de Identidad y Democracia (ID) “—en la que está el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen o el FPÖ austriaco, que dicen que no dudarían en presionar el “botón rojo para sacar a Austria de la locura de la UE”—. También hay versos sueltos (por ahora), como Fidesz, del nacionalpopulista húngaro Viktor Orbán ―que habla de “invasión migratoria”—, o AfD, tan ultra que fue recientemente expulsado de ID por blanquear el nazismo, un partido que, como poco, quiere fulminar el euro y el Parlamento Europeo.

Coinciden, no obstante, en su retórica apocalíptica y xenófoba de una Europa que creen secuestrada por los burócratas, los fanáticos ambientalistas, los activistas LGTBI y amenazada por la inmigración. Los sondeos dan a la constelación ultra un aumento importante; tanto que, si se sumaran, podrían superar a la socialdemocracia. Y con su aumento en el Parlamento Europeo presionarán para cambiar el rostro de la UE, endurecer la política migratoria, fulminar el pacto verde, ‘proteger’ lo que consideran la “familia tradicional”, promover políticas económicas de ajuste y control de gasto, y “recuperar” un poder que creen que la Unión les ha “confiscado”. Su empuje, a la luz de sus promesas electorales ―una pequeña muestra de su retórica habitual—, puede fomentar el derribo de gran parte de lo construido durante los últimos 70 años.

Y con las lecciones del Brexit en la mano, que terminó con la impensable salida del Reino Unido de la UE —un divorcio traumático del que ya se ven consecuencias concretas para la vida cotidiana de los británicos—, nada es imposible.

AfD. Acabar con el euro

“Solo a través de las monedas nacionales recuperará cada país su soberanía sobre su política económica y monetaria”, argumenta el partido ultra alemán Afd, al que las encuestas dan 15 eurodiputados, un descenso desde las últimas proyecciones tras los escándalos con la memoria histórica y sus vínculos con China y con el espionaje ruso. “Un nuevo marco alemán podría recuperar su mayor poder adquisitivo en comparación con otros países”, señala en varios puntos de las 27 páginas de su programa de propuestas electorales para el 9-J. Sería el fin del euro, la moneda única que genera una divisa fuerte dentro de la economía mundial y facilita los intercambios comerciales dentro del mercado único.

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“El euro no une, pone en peligro la cooperación europea”, apunta en su programa el Partido de los Finlandeses (en la familia de ECR). Los ultras nórdicos no dicen abiertamente que haya que acabar con la moneda única, pero su postura, evidentemente, aboca a eso. Plantean que un euro sin avanzar hacia una unión federal no es viable, para un poco más adelante rechazar esta vía de avance político.

De la propuesta de volver a las divisas nacionales ya hace tiempo que se descolgó el Reagrupamiento Nacional de Le Pen. Los programas económicos de la constelación de extrema derecha, como en los otros capítulos, se tiñe de nostalgia para clamar por la renacionalización de competencias. La Liga de Salvini propone una reforma del Banco Central Europeo que incluya el crecimiento económico y el empleo junto con la inflación entre los objetivos de la autoridad monetaria.

Wilders. Adiós a la solidaridad europea

Para la mayoría de partidos ultras y populistas, la UE es en realidad una maquinaria que drena a sus ciudadanos y su Estado. “Las transferencias financieras de los países ricos del norte a los más pobres del sur y el este de Europa tienen que terminar; esos países deben mantenerse”, dice el Partido por la Libertad (PVV) de Geert Wilders, que promete no destinar ni un euro holandés fuera de Países Bajos. La formación ultra, que lidera la nueva coalición de Gobierno holandesa, promete así dejar de contribuir a la caja común que, entre otras cosas, sostiene la estructura de cohesión europea, el gran buque insignia de la solidaridad de la UE que ha tirado de los países más pobres y menos desarrollados. Una política que necesita reformas, pero sin la que la distancia entre ricos y pobres sería más grande, con el riesgo económico que eso conlleva.

The Hague (Netherlands), 24/05/2024.- Geert Wilders (PVV) of the new coalition of PVV, VVD, NSC and BBB arrives for a conversation with formateur Richard van Zwol in the formation area of the House of Representatives in The Hague, the Netherlands, 24 May 2024. (Países Bajos; Holanda, La Haya) EFE/EPA/KOEN VAN WEEL
KOEN VAN WEEL (EFE)

Los alemanes de AfD, mientras, atacan el Fondo de Recuperación, que ayudó a capear las consecuencias de la pandemia de la covid-19. Y a pesar de que el Tribunal Constitucional alemán desestimó en una sentencia que esa herramienta extraordinaria estuviera fuera de los Tratados de la UE, los ultras alemanes no dudan en asegurar que viola la legislación europea.

“Dedicaremos nuestra energía a reformar la UE desde dentro”, dice en su programa el partido de Wilders, una máxima que repetirán otros con la misma retórica: la de Italia para los italianos, España para los españoles, o Alemania para los alemanes, en una reminiscencia a un pasado oscuro.

Le Pen. Liquidar la Política Agrícola Común

El partido de Le Pen, con un nuevo traje formal con el que quiere asimilarse a una formación política más seria y menos estridente —y al que las encuestas dan un 30% de los votos a la Eurocámara, frente al 15% del partido liberal del presidente Emmanuel Macron— plantea, de facto, fulminar la Política Agrícola Común (PAC). Todo ello, pese a que los agricultores franceses son de los que más fondos reciben. “Nacionalizar y simplificar las condiciones de concesión de las ayudas de la PAC, añadir ayudas nacionales a la PAC, o incluso introducir una importante ley de ‘comer francés’ para otorgar acceso prioritario a los mercados públicos a nuestros productores”, dice el programa de la francesa.

El ultranacionalismo de los partidos de extrema derecha se ve con mucha claridad en sus planteamientos económicos y, en consecuencia, acaban por entrar en contradicciones entre ellos. Las propuestas de Le Pen ―y las ideas de Wilders― chocan con las demandas de Vox de incrementar la financiación de la política agrícola (que junto a la de cohesión suponen dos tercios del presupuesto europeo). También con las de los portugueses de Chega: “(Proponemos) el veto absoluto a cualquier corte a la política de cohesión y PAC”, dice su programa.

El nacionalismo a ultranza también se aprecia en las propuestas comerciales. Vox, por ejemplo, incluye un capítulo entero titulado: “Protegeremos el producto nacional frente a la competencia desleal extranjera”. En ese apartado exige “la revisión de todos los acuerdo de libre comercio”, alegando que perjudican a la agricultura europea, y aseguran que quieren garantizar “la aplicación estricta del principio de preferencia comunitaria”.

Chega. Vuelta a la Europa de las Naciones

Avanzar (o más bien, retroceder) hacia una “Europa de las naciones” es uno de los puntos claves en el programa electoral de los portugueses de Chega. Pero el lema se repetirá en el de otros ultras europeos, como el de AfD. El planteamiento supone volver a algo similar al del modelo previo a la II Guerra Mundial.

Las llamadas euroescépticas a renacionalizar políticas son un elemento común de los programas de estos partidos, que se resumen con claridad en el eslogan de la Liga de Salvini, un partido ultra que hasta que Rusia lanzó la invasión a gran escala sobre Ucrania cultivaba estrechos vínculos con el Kremlin, un tema del que, como otros ultras, no habla. “Más Italia, menos Europa”, propone. Le Pen lo ha explicado así en alguno de sus mítines este año: “Las naciones deben recuperar el poder que la Unión Europea les ha confiscado”, afirma, pese a que los tratados han sido ratificados en referéndum y los pasos que suelen darse hacia una mayor integración se dan tras intensas negociaciones entre Gobiernos elegidos democráticamente.

Vox. Menos derecho europeo.

Dar prevalencia al derecho nacional sobre el europeo. Es la propuesta de Vox y ha sido también uno de los caballos de batalla de los polacos de Ley y Justicia (PiS, en sus siglas polacas), también de la familia política de ECR, la de la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con la que coquetea la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en busca de un segundo mandato. Dar ese paso supone minar la fortaleza de directivas y reglamentos comunitarios y, sobre todo, situar por encima las decisiones de los tribunales nacionales frente a las del Tribunal de Justicia de la UE, rompiendo, además, la joya de la corona del modelo europeo: el mercado único.

En el campo de desandar el camino andado en la integración, AfD destaca como el más radical. Si de ese partido dependiera, las elecciones del próximo domingo no se celebrarían: plantea “abolir el Parlamento de la UE, elegido de forma no democrática”, explica en su programa electoral elaborado para unas elecciones a las que concurre pese a no considerar legítima.

Le Pen. Finiquitar Schengen y cero inmigración

La zona Schengen de libre circulación ha sido uno de los grandes avances de la UE. El partido de Le Pen quiere dinamitarlo. La francesa plantea establecer una “doble frontera, francesa y europea, controlar las fronteras nacionales y establecer una frontera a las puertas de Europa”. Lo define como una “doble seguridad”. Su candidato estrella a las europeas, Jordan Bardella, ha planteado los comicios del 9-J como un “referéndum en contra de ser inundado de migrantes”. Y la retórica de otros, como la Liga, PiS, Vox o Chega es muy parecida.

“¿Seguimos por este camino impío de fronteras abiertas o defendemos a nuestro país y a nuestra gente?”, plantea el holandés Wilders. También los alemanes de AfD quieren fulminar Schengen, una vuelta atrás mayúscula para la UE. “La inmigración masiva ha llevado a que las tendencias de radicalización islamista se conviertan en un problema de seguridad integral”, defiende el programa de Alternativa para Alemania.

Meloni. Acabar con la “eco-locura”

La retórica contra el pacto verde y las políticas impulsadas por Bruselas para la transición climática salpican los programas ultras. “Las eco-locuras del Pacto Verde redactado por la izquierda europea nos condenan a un decrecimiento lamentable”, dice el programa de Hermanos de Italia de Meloni, que se ha puesto como primera en las listas a las europeas y va como un cohete en las encuestas.

Manifestación este sábado en Budapest (Hungría) contra la guerra en Ucrania.Associated Press/LaPresse (APN)

Le Pen habla de “ecología punitiva” para definir la reglamentación aprobada durante estos años para descarbonizar la economía y propone derogar la prohibición de que se vendan coches de combustión más allá de 2035; un punto en el que coincide con la Liga y Hermanos de Italia. Salvini habla de “superar el pacto verde y el regreso del sentido común”.

Vox no se anda por las ramas a la hora de criticar las políticas climáticas “amparadas en el fanatismo climático” y, en consecuencia, habla abiertamente de “derogar todas las políticas inspiradas en el Pacto Verde Europeo”, suspendiendo la Ley Europea sobre el Clima o la estrategia de biodiversidad para 2030. Su objetivo, explica, es que España abandone el Acuerdo de París, como ya hiciera Donald Trump durante su mandato en Estados Unidos.

Orbán. Contra la “ideología de género”

La protección de la “identidad” nacional es un punto común en los programas ultras. Hay algunos, además, que ven sumido a su país en una gran “batalla”. Es el caso del húngaro Orbán. “Necesitamos un cambio, si esto continúa, Europa caerá en guerra, olas migratorias destruirán las naciones europeas y la propaganda de género arruinará el futuro de nuestros hijos”, dice uno de sus anuncios electorales, que clama contra los “amos de Bruselas”.

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