Wolfram Schmidt (Biogen): “La complejidad del alzhéimer radica en su identificación temprana; no es normal olvidar nombres o perder las llaves” | Extras

El jueves de la semana pasada, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA, por sus siglas en inglés), rectificaba y recomendaba la aprobación del anticuerpo monoclonal lecanemab. Es la primera terapia para tratar el alzhéimer en fase temprana y que ha sido desarrollado por la estadounidense Biogen y la japonesa Eisai. El fármaco, conocido como Leqembi, su nombre comercial, retrasa el avance de la enfermedad un 27%, según los ensayos clínicos realizados en 1.700 pacientes en varios países, España incluido.

Pero la polémica surgida debido a sus efectos secundarios –puede causar inflamación y hemorragia cerebral– hizo que el regulador rechazara su autorización en verano. Ahora, la EMA dice que los beneficios superan los riesgos. Tres horas antes de conocerse la noticia, a las 15.00 de dicho día, este diario conversaba al respecto con el presidente de Biogen para Europa, Wolfram Schmidt, en la sede de la compañía en Madrid. Por eso, algunas preguntas y respuestas se han actualizado posteriormente.

P. Luz verde a lecanemab en Europa, ¿qué supone este cambio de parecer del regulador?

R. Es una gran noticia para toda la comunidad de alzhéimer en Europa. Se trata de una patología devastadora (50 millones de personas la padecen en el mundo), con grandes necesidades no cubiertas. El comité de medicamentos de uso humano (CHMP) de la EMA ha recomendado que se autorice su comercialización en aquellos pacientes que no tengan ninguna copia, o solo una, del gen APOE4. Investigamos desde hace más de 10 años diferentes opciones terapéuticas.

P. ¿Cuál es el siguiente paso?

R. Se espera que la Comisión Europea tome una decisión final sobre la solicitud de autorización de comercialización en un plazo de 67 días a partir de la recepción del dictamen del CHMP. Este tratamiento ya está aprobado en Estados Unidos, Japón y China, entre otros países.

P. Ha sido difícil, ¿por qué?

R. Es un proceso en el que se evalúan todos los aspectos de una terapia, la seguridad y la eficacia. En Europa, es minucioso. Al ser un mecanismo completamente nuevo, debe examinarse a fondo. Ha sido un largo viaje, pero estamos aquí para aportar un gran avance en una enfermedad en la que no había tratamiento desde hace 20 años.

P. Pese al gran avance y sus beneficios, ha generado mucha controversia por sus efectos secundarios.

R. El cerebro es un órgano muy complejo, y en alzhéimer, en las patologías neurológicas, en general, es muy difícil medir los resultados. ¿Cómo se mide la mejora cognitiva o la estabilización de la enfermedad? Esa es la dificultad, porque no tienes un análisis de sangre, como en el colesterol, que mide el nivel y sabes cuál es. Este es el punto de partida, y estamos aprendiendo. Trabajamos también en biomarcadores, mediciones de sangre y otras para ver imágenes del cerebro, para ver dónde está la enfermedad.

La carga de esta enfermedad y su coste son enormes para nuestra sociedad, para el sistema, en una patología que va en aumento: el 60%-70% de los pacientes con demencia padece alzhéimer

P. Cuestión de prueba-error.

R. Tenemos que entender que esta patología empieza 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas. Hablamos de placas de beta amiloide que empiezan a depositarse en el cerebro 20 años antes de que la enfermedad se perciba por primera vez. Y (tras manifestarse) suelen pasar cinco o seis años hasta que hay una identificación clara, y entonces es muy tarde, sus células en el cerebro ya han desaparecido. Por eso es complicado. Tenemos que educar, concienciar. No es normal que alguien olvide nombres, palabras, que pierda las llaves y no sepa dónde están. Aparece entre los 60 y los 80 años, y a menudo decimos que es normal que el cerebro no recuerde cosas, pero no debería ocurrir. Tenemos que colaborar con los medios de comunicación para promover una buena educación, para detectarla de forma temprana. Es lo que queremos conseguir, y ahí radica la complejidad, en identificarla pronto y luego medir también su impacto y la del tratamiento.

P. Precisamente, este fármaco solo funciona en pacientes en etapa inicial de la enfermedad.

R. El comité de medicamentos de uso humano de la EMA lo recomienda para pacientes adultos con diagnóstico clínico de deterioro cognitivo leve y demencia leve por el alzhéimer, no portadores del gen APOE4, con patología amiloide confirmada. Me gustaría hacer una analogía. Hace 30 años, la oncología empezó de la misma forma. Y esto ocurre con cada avance. Hoy, tenemos muchas oportunidades y tratamientos en oncología, pero el punto de partida siempre es muy difícil, porque hay que dar pequeños pasos para llegar al éxito. Y este es el primer paso hacia una nueva área de tratamientos para esta enfermedad. Hacemos todo lo posible, con nuestra investigación y nuestra cartera, para acelerar este recorrido.

P. Su alto precio, 24.000 euros al año por paciente, también preocupa.

R. La carga de esta enfermedad y su coste son enormes para nuestra sociedad. No solo los pacientes sufren y empeoran, también los cuidadores, la familia. A menudo, los cónyuges de los enfermos tienen que dejar su trabajo para cuidarlos. Además del coste del deterioro externo, de llevarlos a centros de asistencia especializada. Ya existe una enorme carga para el sistema en Europa por esta patología que va en aumento: el 60%-70% de los pacientes con demencia tiene alzhéimer. Pasan unos siete años hasta que llegan a la fase avanzada, puede que fallezcan o que estén en un centro de asistencia, donde el coste para el sistema es elevado, es lo que hay que tener en cuenta.

Wolfram Schmidt posa en la sede de Biogen en Madrid.
Wolfram Schmidt posa en la sede de Biogen en Madrid.Álvaro García

P. ¿Cuánto invierte la empresa en neurociencias?

R. Desde la fundación de la compañía en 1978, hemos tenido una trayectoria clara en neurociencias, donde somos líderes en esclerosis múltiple. Hace 20 años era una patología mortal, hoy, crónica: los pacientes, que son sobre todo mujeres jóvenes, pueden vivir e incluso tener hijos. Pero ahora nos estamos expandiendo a otras áreas donde hay una gran necesidad no cubierta, como la esclerosis lateral amiotrófica, la atrofia muscular espinal y la ataxia. Son tres pilares: neurología, enfermedades raras, como las mencionadas, e inmunología en el futuro, con patologías que, por desgracia, no reciben el mismo reconocimiento y concienciación en la sociedad porque las padecen pocos pacientes, pero son aún más devastadoras. Dedicamos mucho tiempo, esfuerzo y presupuesto a la investigación. En paralelo, tenemos la división de biosimilares, que ya ahorra a los sistemas sanitarios europeos 3.000 millones de dólares al año.

P. La firma cuenta con omaveloxolona, para la ataxia, autorizado ya en la UE, ¿negocia con Sanidad su financiación?

R. Sí, ya está a disposición en más de 15 países y esperamos en 2025 tener este fármaco totalmente reembolsado (financiado por el sistema de salud) para los pacientes en España. La ataxia de Friedreich es una enfermedad poco conocida, y es horrible ver lo que ocurre con estos pacientes: pasan cinco o seis años hasta que se detecta. Sin embargo, es fácil de diagnosticar, porque existe una prueba genética. Muchos pacientes no saben lo que tienen, pero presentan los síntomas. Y los medios también pueden ayudar a concienciar a la comunidad en España y en todo el mundo.

P. Esta terapia es fruto de la adquisición de Reata en 2023, ¿planea más compras?

Sí, apostamos por la innovación externa a través de adquisiciones o alianzas con otras empresas en las tres áreas de especialización en las que ahora nos centramos para acelerar la llegada de fármacos (innovadores) a los pacientes. Consideramos todo el ciclo de desarrollo del producto: desde la fase inicial, plataformas de investigación, hasta la fase final, fármacos ya aprobados o a punto de autorizarse.

Estamos en una fase de transformación. Diversificamos el negocio ante la entrada de genéricos en esclerosis múltiple

P. ¿Cuál es la previsión de ingresos este año tras la caída en 2023?

R. Estamos en una fase de transformación y es muy típico pasar por una etapa de declive, construir y luego crecer en el futuro. Hemos diversificado ante la entrada de genéricos y biosimilares en esclerosis múltiple, una parte creciente del negocio que llega al final de su ciclo de vida. Tenemos un programa de adaptación: hemos reducido una parte de la empresa para reinvertir en áreas nuevas y crecer. No puedo dar cifras, pero estamos definiendo el camino.

P. ¿Maneja algún porcentaje de incremento o tiempo de recuperación?

R. Solo puedo avanzar que hemos estado creciendo este año en Europa.

P. Esa reestructuración ha implicado recortes de plantilla, ¿habrá más despidos de los 1.000 anunciados?, ¿cómo afecta a España?

R. Tenemos que adaptarnos a la situación del mercado. Es un sector de alto riesgo; tenemos que ser ágiles. Hemos realizado cambios estructurales para prepararnos para el futuro en todo el mundo. Ahora dirigimos lo que llamamos el clúster Iberia, Portugal y España. Trabajamos en equipo, con eficiencia y colaboración. Soy muy optimista porque estamos en una posición muy fuerte para continuar este camino de éxito en los próximos años.

Hemos realizado más de 85 ensayos clínicos en España en 20 años en más de 120 hospitales en Madrid, Barcelona y Sevilla. Pido al sistema sanitario que facilite el acceso a estas innovaciones con financiación

P. ¿Qué relevancia tiene el mercado español para la compañía?

R. España es el tercer país de Europa y el sexto del mundo en ensayos clínicos en alzhéimer. Hay centros de investigación de primer orden en Barcelona, Madrid y Sevilla. Son centros muy buenos en los que se está llevando a cabo mucha investigación clínica en Europa, lo que significa que los pacientes y expertos científicos tienen acceso a los últimos avances e innovaciones en tratamientos. Esto es maravilloso, una verdadera fortaleza, y diría que es algo en lo que España destaca realmente en Europa en el sector, y que puede seguir desarrollándose. Hemos realizado más de 85 ensayos clínicos en 20 años, tenemos otros en curso en la actualidad, y hemos colaborado con más de 120 centros, como el Hospital Vall d’Hebron, La Fe de Valencia o La Paz. Me gustaría pedir al sistema (sanitario) español que, una vez terminado el ensayo clínico, facilite el acceso a estas innovaciones mediante un mecanismo de reembolso (su cobertura pública). Así que, una cosa es la investigación y su inclusión, y otra cosa es que, luego, el sistema sanitario tiene que respetar esta excelencia a través de un proceso de reembolso de estos fármacos, y permitir que estén disponibles para la población general de pacientes en España. Eso es lo que nos gustaría ver, y es donde el sistema español puede mejorar aún más. Eso ayudará a paliar el desfase que hay en Europa frente a otras partes del mundo.

P. ¿Cómo ha afectado a la empresa el escenario económico adverso y los conflictos bélicos?

R. La situación general en el mundo supone una carga para nuestras sociedades en términos de costes. En Europa, en particular, el sector sanitario es sólido. Representa la mayor parte de la balanza comercial de Europa. Junto con la biociencias, aportó 270.000 millones de euros en ingresos a la balanza comercial el año pasado. Es un pilar muy importante y robusto en toda Europa. Y ahora tenemos estas crisis. Empezó con la pandemia, en la que el sector fue esencial. Y todo esto, sumado a la guerra en Ucrania y en otras zonas del mundo, también está creando desafíos en el suministro. Nos hemos comprometido como empresa a proporcionar el abastecimiento necesario a los pacientes, pero el mundo es global, y las distintas partes de un producto y de su proceso son complejas. Se distribuyen por todo el mundo, y cualquier guerra puede suponer un trastorno.

P. Dice que el sector europeo es sólido, pero se critica la falta de inversión e incentivos en I+D, sobre todo en comparación con Estados Unidos y China, que viene detrás.

R. El mundo está globalizado y como sector, en Europa, estamos en una competición. Europa tiene cerca del 6% de la población mundial, con 440 millones de ciudadanos. En EE UU son 330 millones. La UE representa alrededor del 23% de los ingresos en el sector. Así que, aproximadamente, una cuarta parte de los ingresos se producen en Europa. Pero hay una gran competencia en cuanto a la investigación y debemos centrarnos en su valor y en la remuneración. Sin ingresos no podremos invertir en investigación en el futuro, por lo que también ha de haber un equilibrio en Europa. Soy miembro del consejo de la Federación Europea de la Industria Farmacéutica (Efpia) y tenemos una campaña que dice: Mind de gap (cerremos la brecha entre la retórica y la realidad en competitividad), porque vemos que en EE UU se presta más atención y China se centra cada vez más en la industria y en la investigación.

Tenemos que respetar que los fármacos tienen un periodo de protección de propiedad intelectual. Es crucial para generar ingresos y reinvertirlos en investigación

P. ¿Qué medidas son necesarias?

R. No podemos quedarnos atrás. En primer lugar, sobre los derechos de propiedad intelectual. Tenemos que respetar que los fármacos tienen un cierto periodo de protección de la propiedad intelectual, y eso también tiene que ser respetado e implementado en los países. Esto es crucial para que tengamos la oportunidad de generar ingresos para nuevas inversiones en investigación y en el futuro. Este es el ciclo de vida de nuestro sector, y es su savia vital. Los derechos de propiedad intelectual son la savia vital de nuestro sector, para que podamos seguir invirtiendo en I+D y en futuros fármacos. Así que destacaría el derecho de propiedad intelectual como elemento clave.

P. ¿Cree que la reforma del sector farmacéutico europeo, en revisión, tiene en cuenta estas demandas?

R. Creo que está evaluando muchas necesidades relevantes, pero no respeta todas de forma adecuada. Los derechos de propiedad intelectual y la protección de los datos son elementos esenciales, y ha de examinarse durante cuánto tiempo se puede obtener el reembolso de los fármacos en Europa. Este es uno de los aspectos de la regulación, la protección de datos y de la comercialización, y esta nueva norma (aún en debate) se queda corta. Se quiere acortar este periodo de tiempo, lo que significará menos ingresos para el sector y también, menos inversión en investigación futura. Como ya he dicho, es un ciclo. Si se elimina o se acorta una cosa, tendrá consecuencias en todo el ciclo de vida del desarrollo. En eso somos muy claros. Y el otro componente también se centra en los fármacos huérfanos y las grandes necesidades no cubiertas en enfermedades para las que no existe tratamiento. Esto también debe reconocerse en la nueva ley. En los fármacos huérfanos nos estamos alejando de esta exclusividad, de la duración de la protección para nosotros como sector y como proveedores de fármacos. Es otro ámbito en el que esta norma en ciernes tiene un camino claro de mejorar para que tenga éxito a largo plazo porque todos estamos en el mismo sistema. Lo veo como una alianza entre todos. No se trata de ver al sector, a la sociedad o al sistema sanitario por separado. Tenemos que cooperar todos juntos como aliados para que esto tenga éxito en Europa.

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