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‘El domingo no juegas que se te están subiendo los humos'” | Relevo

Martin Lasarte (Montevideo, 1961) atiende la llamada de Relevo unas horas antes de subirse al avión que le lleve a su Uruguay natal. El nuevo entrenador de Nacional de Montevideo ha pasado unos días de vacaciones entre Atenas y Madrid. De hecho, la inesperada llamada del Decano le ha obligado regresar antes de tiempo, impidiéndole, por ejemplo, la visita que tenía planeada hacer a su querida Donostia, donde se le recuerda con mucho cariño por su paso glorioso por la Real Sociedad, ascenso incluido.

14 años después de aquella gesta, ‘Machete’ echa la vista atrás y se muestra orgulloso de lo conseguido en la capital guipuzcoana. Él fue el descubridor de Antoine Griezmann, como en su día lo fue de Luis Súarez. “Hubo un momento en el que Illarramendi estaba en el Real Madrid, Antoine en el Atlético y Luis Suárez en el Barcelona. No es poca cosa”, asiente nostálgico un entrenador que estaba más fuera que dentro del mundo de los banquillos antes de la llamada de su buen amigo Sebastián Eguren.

¿Qué tal de vacaciones por Europa?

La verdad es que estuvo muy bien. No conocía ni Atenas ni sus islas. Hicimos lo que todo el mundo hace, Mikonos, Santorini… Fue fantástico. Yo soy de agua, a mí me gusta la playa y muy bien. Y luego está el tema del idioma. Yo me manejo un poquito con el inglés, pero la gente si podía hablarte en español, lo hacía.

Una pena no haber podido venir a Donostia…

Sí, una pena. Entre una cosa y otra me quedé sin ir. También me habían invitado a ir a A Coruña. Pensaba hacer lo mismo que hice la última vez que estuve en 2019. Entonces me cogí un coche, me fui a A Coruña, estuve un par de días, después me hice toda la autopista que yo no la conocía y estuve en Donosti también dos días o así. Y dije: ‘Hago lo mismo’, pero al final hemos tenido un tema personal en Madrid y no ha podido ser. Queda para otra.

Su Dépor por fin ha conseguido el ascenso…

¡Cómo cuestan esas cosas a veces! Lo digo con cariño y sin faltar al respeto a ningún club, pero el Dépor me parece mucho equipo para estar en una división inferior a Segunda. Era una pena, pero a veces pasa. Después de tantos trances lo han conseguido y encima con Imanol Idiakez. No hablé con él, pero estuve en contacto con algunos directivos, incluso con el secretario técnico. Estaban muy contentos con él. Hubo algún momento de zozobra, pero eso pasa en todos los equipos en algún momento. Después le dio la vuelta y ya cogió velocidad de crucero.

¿Tienes esa espina clavada de no haber podido entrenar nunca al Dépor?

En algún momento tuve la oportunidad, pero … Algún aficionado escribió que no quise venir cuando las cosas no estaban bien, pero las cosas no son así. Para mí es más difícil, me tengo que mover desde otro lugar. Me gustaría venir al Dépor para hacer algo, para intentar hacer algo bien hecho desde el inicio y elegir algunas pautas. Ya cuando vas en plena marea es más difícil, ¿no? Ya hay situaciones ya hechas, el plantel está armado, las circunstancias son las que son y, generalmente, cuando te llaman es porque el equipo está en una situación complicada. Y en la mayoría de los casos se termina dando la misma corriente que estaba ocurriendo. Podrás mejorarlo un poquito, pero también juegan los demás… Hubo un par de ocasiones, pero no se dieron. Ahora ya cada vez es más difícil, pero bueno, nunca se pierde la fe.

Vuelves a Nacional…

Sí, es la tercera vez que me siento en ese banquillo. Es la primera vez que no voy de inicio. En las dos anteriores empecé el ciclo. En este caso vamos a mitad de temporada. Allí, con el tema de las estaciones, es al revés que aquí. Es el club que uno conoce, el club con el que jugué y dirigí. Creo que quedan un par de jugadores de la última vez que estuve.

¿Qué significa para ti entrenar de nuevo a Nacional? ¿Lo tenías pensado? ¿Ha sido una sorpresa?

Un poco sorpresivo sí que ha sido. No es que no pensara entrenar más, pero he estado bastante tiempo en una zona de confort. Estaba disfrutando de otras cosas, del día a día, de esas cosas simples que, uno mismo en algún momento ha disfrutado. Se me había hecho difícil volver y estaba disfrutando de eso. Pero bueno, también esto te revitaliza, te modifica, te saca de la zona de confort, te obliga un poquito a desempolvar el ático. No es fácil, pero es un reto y nada, quizás como corolario, porque ya va a ser mucho más difícil que vuelva otra vez. Pero bueno, a ver si somos capaces de darle la vuelta y modificar la dinámica. La dinámica en nuestro país es una cuestión de bipolaridad. Peñarol y Nacional son los que ganan los torneos, y si a uno le va bien, al otro le va menos bien, y viceversa. Es así. Nacional hizo un buen puntaje con Recoba. No hizo un mal torneo con un puntaje que en otro torneo hubiera sido campeón o casi. Lo que pasa es que Peñarol se ha salido y eso hace que en Nacional se cuestione todo.

Antes de conocer la noticia que volvías a Nacional, tenía la sensación, de cara a esta entrevista, que igual anunciabas que te retirabas, que igual no volvías a los banquillos…

No es que hubiera decidido dejar, pero al final es como que, sin querer, también te vas dejando llevar y estás disfrutando del día a día. Quizá lo que necesitaba seguramente era un sacudón motivacional, pasional, algo que me generara algo diferente. Tuve unas cuantas ofertas en un año y medio, algunas incluso interesantes. Pero me daba mucha pereza moverme del país, ir a quizás a algún destino un poquito exótico, pero creo que necesitaba esto, un shock motivacional como el que me genera este. La gente que me conoce, ya me lo está diciendo: ‘Ya estás otra vez con esa adrenalina…’.

La última experiencia fue la selección de Chile. ¿Qué recuerdos te queda?

Un sabor agridulce. Fue un honor y una cosa linda poder vivir, dirigir una selección como la de Chile, un país con el que además tengo un punto de contacto. Yo había trabajado en Chile en dos equipos grandes y nos había ido bastante bien. Entonces, yo tenía cierto sentido de pertenencia. Yo quiero mucho a Chile, le tengo mucho cariño. Y bueno, se produjo la situación que se produjo. Fue un honor, pero lamentablemente, no haber podido conseguir el reto. Era una selección con muy buenos futbolistas, pero ya en una etapa de crisis. Arturo Vidal ya no jugaba en el Barcelona, estaba en el Inter, pero ya jugaba poco. Lo mismo pasaba con Gary Medel. Claudio tampoco jugaba tan a menudo. Hubo una dificultad, incluso, entre Claudio y Arturo, que pudimos solucionar, algo que a mí me dejó muy contento. Creo que era importante que ellos pusieran Chile por encima de sus problemas personales. También me quedo con el descubrimiento de algunos otros jugadores, darle la oportunidad a algunos chicos jóvenes que han ido haciendo carrera. Por lo menos quedó algo. Lamentablemente, repito, a mí personalmente me quedó ese dolor de no haber podido conseguir el objetivo de clasificar para el Mundial. Y no lo digo por una cuestión personal, lo digo por Chile. Creo que hubiera sido un premio muy lindo.

Han pasado 14 años del ascenso de la Real. ¿Cómo lo recuerdas?

El otro día estaba sacando una foto de una pareja en Salamanca, ciudad que yo no conocía. Había ido a jugar alguna vez, pero no conocía la ciudad. Estábamos frente a la catedral y vino una pareja y me dice ‘¿Nos sacas una foto?’. Sí, claro. Empezaron a hablarme y les pregunté si eran vascos. ‘¿Cómo te diste cuenta?’, me preguntaron. Y me empecé a reír. Me dijeron que eran de Bilbao y yo les comenté que había vivido en San Sebastián, que mi padre era de un pueblo de ahí… Me quedó el enorme privilegio, el enorme premio personal de haber podido ayudar, colaborar o participar en que la Real saliera de un momento delicado, no solo económico. Yo recuerdo que había mucha gente desencantada, pero al final el equipo funcionó muy bien y logramos el ascenso. Incluso después lo de siempre, por lo menos lo básico, que el equipo que asciende tiene que intentar mantenerse. Nos mantuvimos. En algún momento parecía que con mucha tranquilidad, después pareció que con alguna dificultad, pero bueno, tuvimos un poquito de mala suerte, con lesiones importantes de futbolistas como Joseba Llorente. Estuvo la aparición de Antoine, mantuvimos el club, y después, a partir de ahí, todo ha ido mejorando con alguna oscilación lógica, pero mira cómo está el equipo, la cantidad de veces que ha ido a Champions, a Europa League. Casi siempre ha estado entre los diez primeros.

Haber podido participar de eso. Es una cuestión de ida y vuelta. A veces la gente te da las gracias. Pero el agradecido tengo que ser yo porque me tocó participar de algo fantástico… El pueblo de mi padre, amigos de mi padre, mis primos hermanos que me iban a ver en los partidos. Yo salía al campo y aquello de saludarlos hacia arriba… Y luego está el grupo que me tocó, uno fantástico, de los mejores que he participado como jugador y como entrenador. Daba gusto ir todos los días, charlar, escucharlos, conocer sus vidas, sus intereses… Fue una etapa preciosa. Una vez me dijo alguien que cuesta definir las cosas. Pero es muy fácil decirlo con dos palabras Al final fui feliz. Fue una etapa. que fui muy feliz.

Qué sencillo y qué difícil, ¿no?

Es así. Fui feliz haciendo lo que me gustaba. Salió bien. Lo disfruté muchísimo. Después te queda, a veces, la otra parte. A veces volver, te da un poquito de, como dicen los gallegos, morriña. Pasar por el estadio y recordar te da un poquito de cosa, pero bueno, quiere decir que quedaron cosas, que hiciste cosas. A veces te acuerdas de una calle, de un bar, de una esquina, de un restaurante… Recuerdo que un día, creo que era mi cumpleaños, estábamos tomando algo con unos amigos que habían venido de Uruguay en un bar. Era tarde, las once o así. Y vino el camarero y nos preguntó: ‘¿Qué quieren tomar? Que el señor los invita’. Y era Arzak, que estaba con otro amigo tomando algo.

Tu llegada fue sorpresiva porque aquí casi nadie te conocía. ¿Cómo fue eso? ¿Te sorprendió la llamada de la Real?

Claro que me sorprendió. Son cuestiones de la vida. Yo fui a ver un Sub-20 a Brasil porque Peio Uralde, que es amigo mío, me dijo que no podía ir a Montevideo como iba otras veces y me dijo: ‘¿Por qué no te vienes a Porto Alegre? Que estás a una hora y poco de avión y así nos vemos. Junto a él había varios secretarios técnicos de equipos españoles y uno de ellos era Loren. Yo le conocía de haber jugado en contra alguna una vez. A Loren le llamó la atención algunas experiencias que yo había vivido como entrenador, pero ahí se quedó todo. Pasó el tiempo. Yo fui haciendo mis pinitos también y un día Loren me llamó y me dijo que Lillo no iba a seguir y que si me gustaba la idea de entrenar a la Real. Le planteé una serie de cosas. Yo había jugado en Segunda, yo conocía esa categoría. Le dije que sí. Yo tenía conocimiento de los jugadores y había visto partidos de la Real por mi cuenta. La Segunda División siempre me generó algo especial, quizá porque yo había jugado en ella. No sé, tiene un encanto, un romanticismo especial. La Primera es fantástica, pero me gustaba la Segunda

Fuiste un soplo de aire fresco y la fórmula funcionó a la perfección. ¿Cuál fue la clave?

Sí, funcionó. Yo, al poco de estar, yo no sé si te acuerdas, lo primero que dije fue que yo estaba contaminado, que yo no veía la situación como allí y que a ver si con mi fuerza y energía era suficiente para darle la vuelta a un estado negativo. Me acuerdo de una charla con Tito Irazusta, que lo veía todo horrible. Tampoco empezamos del todo bien, lo hicimos de una manera titubeante hasta que llegamos a Soria. Ganamos 0-3. Ese fue el punto de partida y al final terminamos campeones. Había que hacerles entender a los jugadores que había un plan común, un objetivo común del que no nos podíamos apartar. Después, cada uno tenía el suyo, esto es, hacer un mejor contrato, cambiar de club, cambiar de liga, ir a la selección, pero nosotros teníamos un objetivo común que tenía que ser prioritario. Tenía que ser el objetivo de todos y todos teníamos que colaborar para conseguirlo. Los jugadores lo entendieron.

Se te va a recordar como el entrenador del ascenso, pero también por el ser el mentor de Antoine Griezmann…

Sí, claro. Yo soy muy afortunado de eso. Fíjate que en un momento estaban jugando Illarramendi en la Real Madrid, Antoine en el Atlético y Suárez en el Barcelona. No es poca cosa. Y bueno, nada, el caso de Antoine, ya es muy conocido, archiconocido. Él no era la primera opción. Era Bingen Erdozia, pero se puso enfermo. Así que vino Antoine. Y me quedé sorprendido. ‘¿Pero quién es este pibe?’, pregunté. Le dije a Loren que teníamos en casa lo que estábamos buscando fuera. Él tenía sus dudas, que le iban a pegar mucho. No le faltaba razón, pero yo le decía: ‘Este es rápido, es valiente, sabe jugar, entiende el juego colabora… Puede que nos haya vendido la moto, pero vamos quedarnos con él’, le pedí. Yo había traído a Jonathan Estrada. A los cinco partidos comenzó a jugar Antoine y Jonathan se quedó mirando en el banquillo todo el año prácticamente. El fútbol es lo que tiene. Pero Antoine hacía para que eso ocurriera. Se quedaba a entrenar, siempre estaba con una sonrisa. Siempre positivo. Le decías dos cosas y entendía tres. Era muy inteligente.

Pero le tuviste que llamar la atención…

Sí, claro. Yo ya lo había hecho con Luis Suárez. Repetí la mima estrategia. Le cogí a Antoine y le dije: ‘Vamos a caminar un poquito por aquí…’. Le dije que el domingo no iba a jugar, que se le estaban subiendo los humos, que se había dejado llevar por la marea del éxito… Y él no se calló: ‘¿Cómo no voy a jugar? Pero si estoy jugando bien, estoy trabajando bien’. No recuerdo exactamente cómo fue, pero bueno, estábamos paseando por el campo de Zubieta, ya se habían calmado los ánimos. ¿Sabes lo que me dijo? Que iba a jugar un Mundial con la selección. ‘¿Estás seguro?’, le pregunté. ‘Sí claro, voy a jugar un Mundial y lo voy a hacer de delantero’. Al final de todo el camino, le dije que iba a jugar ese domingo, pero que tenía que aprender a que alguien que viniera con un traje no le hiciera el cuento, que los importantes eran sus padres, que estaban preocupados por él, sus compañeros… Yo le llevé a comer a mi casa y hablábamos de fútbol, le mostraba cosas de Uruguay. Le decía: ‘Somos un país chiquito, pero estamos muy orgullosos de lo que tenemos. Nos gusta el fútbol y somos muy apasionados’. Él ha hecho cosas increíbles. En el Mundial de Rusia hizo un gol a Uruguay y no lo celebró. Hubo gente que lo tildó de oportunista. ¿Oportunista de qué? Lo hizo porque le tiene cariño a la gente que ha estado con él, a Carlos Bueno, a Diego Ifrán, a Chory Castro, a Pablo Balvi, a Diego Godín, al Cebolla, al Cholo, al profe Ortega… Es una maravilla.

¿Se le veía que podía llegar hasta donde lo ha hecho o ha roto esquemas?

Ya se le veía con 18 años. Competitivo, técnicamente muy bueno, tenía gol. Sin ser un goleador clásico, tenía gol. Colaboraba. Alberto De la bella siempre me lo decía: ‘Es como tener cuatro aquí delante’ Siempre estaba al lado de él para defender. Entendía las cosas de lo que decía. Le dabas dos conceptos y te planteaba alguno más. Llegaba siempre en segunda línea, cabeceaba bien… Quería aprender. Yo salía de Zubieta hora y media después de haber terminado el entrenamiento y estaban Bravo, Bueno y él jugando como chicos. Yo les tocaba el claxon desde el coche y se reían. Yo me enojaba, me hacían calentar, pero yo me iba riendo pensando las ganas que tenían de mejorar y competir. Antoine tenía ese gen. Si tienes calidad y gen competitivo, es una maravilla.

Con Antoine hice lo mismo que con Luis. Me dijo que iba a jugar en el Barcelona. Tenía cualidades. 18 años, con tendencia a engordar… Un crack. Tenía lo mismo que Amotine. Se quedaba con Rubén Sosa y competía con él a tirar faltas. Y se iba malísimo cuando perdía y como si hubiera ganado la Copa del Mundo cuando ganaba. Y jugaban por una coca cola. Tuvo un camino duro. Decisiones acertadas, otras no tanto. En una etapa de su carrera lo seguí y estuve con él. El mundo va cambiando. Sebastián Eguren trabajó conmigo en Egipto, en Chile y en Nacional y me dijo una cosa. Me costó entenderlo, pero tenía razón: ‘Nosotros vemos a los jugadores, a los buenos, a los medios, a los malos y a las estrellas. Y luego están los Rolling Stones y Luis era un Rolling Stone, como Antoine’. Los quiero mucho.

¿Ves el final cerca?

Sí. No te voy a decir el último baile, pero sí. Hay otros colegas que tiene pasión, energía y que quieren seguir hasta no sé cuándo. Yo no. He tenido algún aviso a nivel físico y quiero disfrutar de la vida. Tuve mucha suerte. Quiero disfrutar de la vida, de la sencilla, hacer un asado, ir al cine, estar con los amigos…

Echas la vista atrás….

Nunca me tiro flores pero era un estudiante aventajado hasta que tuve una hepatitis. Perdí un año y me empecé a empantanar. Me empezó a costar más. No sé por qué. Entré en la facultad. Siempre pensé que iba a ser arquitecto, pero justo pasé a Nacional. Tuve que dejar la facultad, empezaron los viajes, la Copa Libertadores, el Mundial de Clubes, me fui a la Coruña. Había facultad y había podido convalidar las asignaturas, pero no. Eso fue un error. Dejé de jugar y enseguida empecé a entrenar a mis compañeros. No tuve que esperar anda. Más allá de algún momento, siempre he tenido continuidad. Si no la tuve es porque no quise. Estoy contento. Viví historias preciosas, hechos fantásticos, estar en lugares donde fui feliz. Ir y que te reconozcan, te saluden con cariño. La última vez que fue a San Sebastián, al hotel. Estaban los mismos chicos y pensé que no me iban a reconocer. ‘Pero míster, ¿cómo no le vamos a reconocer?’. Y estuvimos tomando un café. Y luego salí a pasear y me reconocieron por la calle y me invitaron a un pintxo de tortilla. Eso es espectacular. Eso está bueno. Soy un agradecido. Hice lo que me gustó y pude vivir de ella.

¿Eres de los que piensas que el fútbol ha perdido su esencia?

Por algo me lo estás preguntando. Hay cosas que a mí me cuestan. El futbol se adapta a las nuevas modas. El tema del VAR. Los errores que cometía el árbitro, ahora lo cometen cuatro personas en una oficina y eso es raro. Le han quitado esencia, espontaneidad. El gol es gol y si se equivocó…. El fútbol te da y te quita. Puede ser más justo, pero sabemos de situaciones que con VAR no ha sido justo, incluso en mundiales. Se ha perdido la individualidad. Yo no fui un jugador individual. Me hubiera gustado. Tenía a Fran González, un fenómeno, una calidad extraordinaria. Ese tipo de jugadores no abundan porque la individualidad se va perdiendo. Xabi Prieto, una cosa increíble. Le dije a un amigo que pusiera en YouTube la ‘Prietinha’ y luego me dices. Ha perdido espontaneidad, el engaño. Un dribling es un engaño. Eso es engaño. Es así. Es lo que nos toca vivir.

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