Una década sin Luis Aragonés. Una eternidad que se nos ha pasado en un abrir y cerrar de ojos. La realidad es que nunca se terminó de marchar. Siempre ha estado ahí. En el nuevo Metropolitano. En la historia y el presente del Atlético. En cada tanto de Griezmann acercándose a su record goleador vigente desde 1974 hasta superarlo. Ahí ha estado, también, en todos y cada uno de los partidos de la Selección. Su recuerdo es inmortal. No es fácil volver a refrescar su figura en el décimo aniversario de su fallecimiento sin caer en la reiteración. Y menos para los que personal y profesionalmente crecimos de su mano y él tuvo a bien acogernos en su manto protector.
Qué voy a escribir ahora que ya no haya escrito sobre Luis, si cada dos por tres, en mis artículos, rememoro sus historias, sus anécdotas, sus enseñanzas, sus frases, sus vivencias. Que si los besos a Beckenbauer en la final de la Copa de Europa de Heysel en 1974 ; que si hay muchos jugadores que son más bonitos que buenos; que si la derbi de Ángel Nieto… Sería poco original en lo que podría escribir del Luis más conocido, el Luis entrenador. Sin embargo, antes de que el Aragonés técnico se sacara la Roja de la chistera y nos hiciera enterrar la recurrente furia de Amberes 1920, hubo un Luis futbolista que escribió una brillante época durante la década de los 60 y hasta la mitad de los 70 y es mucho más desconocido.
Para haberle visto jugar en directo con esos pantalones cortos-cortos, esas patillas largas-largas y esa elástica rojiblanca de algodón con cuello con el ‘8’ a la espalda hay que haber nacido en los 50 y tener buena memoria. Heredó el ‘8’ de Adelardo, número que defendió con ahínco ante la mayor veteranía de Mendonça que terminó conformándose con el ‘9’, mientras Adelardo se enfundaba el ’10’ de Joaquín Peiró.
Para no pegar bandazos, lo mejor para recuperar con criterio la imagen del Luis futbolista era rodearse de los que jugaron con él. Con sus compañeros de equipo y de selección, y, también, con sus rivales. Coetáneos que se emocionan cuando evocan y reconstruyen su figura con cariño y admiración. Un quinteto de época: Miguel Reina, Juan Manuel Asensi. Armando Ufarte, Adelardo Rodríguez y Marcial Pina. Antes de leer sus sensaciones no está de más colocar al personaje en su máxima expresión, y hurgar en sus primeros pasos futbolísticos.
Sus primeros pases y sus primeros goles estuvieron llenos de vicisitudes. El club Getafe Deportivo, precursor del Getafe actual, lo descubrió en los jesuitas de Chamartín ya con 18 años y lo incorporó en los tres últimos meses de la temporada 56-57. Luis, más alto y formado que los rivales con los que competía, ayudó a que el equipo ascendiera a Tercera y se quedó un año más. El Real Madrid de Santiago Bernabéu y Luis Carniglia en el banquillo, ya con tres Copas de Europa en sus vitrinas, se fijó en sus andares desgarbados y le fichó por 600 pesetas. Su destino inicial fue el filial, el Plus Ultra, que jugaba en Segunda. Circunstancial. Sendas cesiones al Recreativo de Huelva (seis meses y donde conoció a su mujer, Pepa) y al Hércules (un año) en Tercera para. regresar e instalarse en el Plus Ultra.
Temporada 60-61. Ya tiene 22 años y como él decía, “ya no estaba para perder mucho más el tiempo de plaza en plaza”. Debuta con gol ante el Levante. En el tercer partido marca los cuatro de la victoria en Castellón (0-4) y en el quinto, cinco del 11-0 al Jaén. Un postrero tanto al Rayo, le abre las puertas de la Primera división. Cesión al Oviedo. Primer partido en el Luis Sitjar. Nadie sabe por qué, en algunos medios escritos, como en Mundo Deportivo o el ABC, en la alineación aparecía como Ruiz. No así en La Nueva España o en Marca, donde se le mencionaba por su nombre de pila, Luis. El malentendido se arrastró durante varias semanas. Cuando marcó su primer tanto en Primera contra el Racing de Santander, en sus sexto partido consecutivo como titular, para esos medios seguía siendo Ruiz.
Los historiadores del Oviedo, Juan Mesa, que llegó a jugar contra Luis, y Jorge Valverde a la cabeza, todavía no saben explicar las razones del lapsus. “Si las crónicas se dictaban por teléfono, a lo peor de Luis se pasaría a Ruiz…”. En el último partido de Liga, marcó tres goles en el Camp Nou en la victoria ovetense ante el Barça (3-5). En la crónica del Mundo Deportivo, Ruiz aparece como Lluis, tampoco llega a ser Luis. ¡Ni que fuera tan complicado acertar con su sencillo nombre!
Miguel Muñoz ya era el entrenador del Real Madrid, pero la competencia en la primera plantilla continuaba siendo máxima. Luis, con su reciente experiencia en el Oviedo como bandera, recibió una llamada del Betis. “Queremos que entre en la operación de traspaso de Isidro (padre de Quique Sánchez Flores) al Real Madrid. Le queremos en propiedad”. Aragonés miró la nómina del primer equipo blanco en su posición de interior: Del Sol, Félix Ruiz, Tejada, Puskas… por no hablar de Di Stéfano o Gento. No lo duda, dice sí al Betis y rompe su vinculo con el Real Madrid. En su primer partido como verdiblanco, amistoso contra la Fiorentina, Luis salió tras el descanso y marca su primer tanto en el Benito Villamarín. Tres temporadas: 93 partidos oficiales y 41 goles.
Se acababa el tercer curso cuando Luis recibió la llamada del seleccionador nacional, José Villalonga. Era la culminación de su ascendente carrera. Con la Eurocopa del 64, que después ganaría España, en el horizonte, Luis formó parte de los elegidos para la doble confrontación contra la República de Irlanda. No debutó en la ida en el Sánchez Pizjuán, tierra de su rival capitalino. Goleada (5-1). Tampoco jugó en la vuelta en Dublín (0-2) y se quedó fuera de la lista definitiva de la Eurocopa. Una gran desilusión compensada en parte por su fichaje por el Atlético. Con su venta al club rojiblanco prácticamente sellada, el Betis recibe a los madrileños. A Luis le aconsejan que no juegue, pero quiere salir del Benito Villamarín por la puerta grande. Es titular. Marca un gol y da dos. Aquel Betis quedó tercero por delante del equipo de su nuevo destino (séptimo).
Luis llegaba al Metropolitano en el mes de abril, nada más concluir la Liga y le da tiempo a jugar la Copa. Su estreno fue contra el Málaga y marcó dos tantos en el 7-0. En semifinales, el Atlético eliminó al Real Madrid y Luis marcó el 2-2 en el Bernabéu, la que había sido su casa, pero en la que nunca llegó a jugar un partido oficial con la camiseta del Real Madrid. La vuelta también acabó en empate (1-1) y los rojiblancos, entrenados por Barinaga, pasaron a disputar la final contra el Zaragoza. Lesionado, Aragonés no pudo jugar. Era el comienzo de etapa rojiblanca. Por delante, 11 temporadas hasta que de la jornada nueve a la 10 del curso 74-75, pasó a ser entrenador del equipo sustituyendo en el cargo a Juan Carlos Lorenzo… el técnico del Mallorca en su primer partido como jugador en Primera división 13 años antes.
Puesto en escena y ya en el club de sus éxitos, llega el ejercicio memorístico de sus compañeros de fatigas. Lo de menos es el orden. Si fueron rivales o compañeros. Lo de más es la unanimidad en describir al Luis futbolista. Juan Manuel Asensi, actual presidente de la Agrupación de veteranos del Barcelona, fue compañero en la selección y rival durante 15 temporadas, cuatro en el Elche y 11 en el Barcelona.
Ex jugador del Barcelona e internacional
“Luis fue uno de los mejores centrocampistas españoles en aquellos tiempos y un emblema del Atlético. Fue un jugador modélico, a sus condiciones futbolísticas unía un carácter muy fuerte, pero muy fuerte. Si tenía que decirte dos cosas en el campo te las decía y si te tenía que meter el codo o el pie, también te lo metía, que para algo le llamábamos ‘zapatones’. Debía tener un 47 de bota. El recuerdo inolvidable que tengo suyo fue en una última jornada de Liga. Nos jugábamos el título el Atlético y el Barcelona con un tercer rival, el Valencia de Di Stéfano jugando en Sarriá contra el Espanyol. Si el Valencia perdía, el que ganara en el Calderón era campeón. Hablamos entre nosotros antes de comenzar el partido, en el descanso. Luis nos decía que el campeón tenía que salir de allí, que no se lo llevara un tercero. Vamos hablando, vamos hablando, nos decía, durante el partido…”
El encuentro al que se refiere Asensi fue el último de la jornada 70-71. El Valencia sacaba un punto al Barça y dos al Atlético. “Nos adelantamos nosotros, pero Luis empató rápido. Llegaron las noticias de que el Valencia perdía y la verdad es que el Atlético, en su casa, con su ambiente atacaba más que nosotros y parecía estar más cerca de la victoria. Luis cogió un cabreo tremendo. Nos ‘puteó’ por todos los lados. Sois unos cabrones, dejaros ganar, dejaros meter un gol,.. Yo le decía, coño déjate tú, que nosotros también queríamos ser campeones. Esto ya no pasa en el fútbol… Al final empatamos y el Valencia fue campeón. Luis era un líder. Un jugador leal, transparente. Se le respetó mucho siempre como rival porque tenía una personalidad fuerte y te decía a la cara lo que te tenía que decir. Parecía lento porque jugaba a su ‘ritmito’, no se alteraba. Un poco como Del Bosque iban a su paso. Eran jugadores muy técnicos y no se desgastaban tanto físicamente, se valían mentalmente. A mi me hablas de Luis y me pongo a pie. Yo le tuve aquí, en el Barcelona, cuando llegó de entrenador, cuando el Motín del Hesperia. Acababa de llegar y no se lavó las manos, se puso de parte del jugador, porque él siempre se sintió jugador. Como persona te engañaba, parecía que era muy serio y luego te partías de risa con las cosas que contaba. Su personalidad era idónea para ser jugador de fútbol y le sirvió para luego ser entrenador. Cuando jugábamos contra él siempre le respetábamos. ¡Hostia! juega Luis, juega Luis…”.
Adelardo Rodríguez fue su compañero desde que Luis llegó al Atlético y tras 14 años juntos después fue su jugador. “Recién llegado lo que más me llamó la atención fue la personalidad que tenía. Era de esos futbolistas que predicaba con el ejemplo. No era muy trotón, no era un hombre de muchas facultades físicas, pero tenía fondo, aguantaba muy bien los partidos. Otros corríamos por él… (jajaja). Teníamos que correr un poco más porque él corría un poco menos, pero también él en muchos partidos nos sacaba del hoyo con sus golpes francos, sus remates de cabeza.
Él esperaba tener la pelota y entonces mandaba y llevaba el ataque del equipo. Tenía instinto para llegar al área y hacer gol. Iba muy bien de cabeza. Muchas veces me admiraba por cómo estaba siempre en posiciones de remate y muchas veces solo. Se desmarcaba muy bien. Era lo que llamábamos un interior pero le gustaba el área. Cuando bajaba más es cuando íbamos perdiendo o empatando. Entonces se echaba atrás y cogía el mando del equipo. Y se la dábamos porque sabía lo que se hacía. Abría bien a las bandas, apoyaba bien al compañero… y luego tenía mala leche. Si yo te contara,,,”
Ex jugador del Atlético e internacional
Adelardo duda, pero cuenta lo que iba a contar. “A él le daban mucho, pero él no se cortaba y repartía, sobre todo al que le daba, Había equipos muy duros, recuerdo que un día en Granada un tal Jose le pegó mucho y Luis en una de esas le dijo, chico te veré el 3 de abril en el Metropolitano y te vas a acordar de mi y claro que se acordó. Le esperó bien esperado. Manejaba bien los codos en los córners. Antes de que le dieran, daba. A Gárate le decía ponte cerca mío en los saltos que algún defensa caerá… y caía.” También recuerda Adelardo, el otro Luis, el bromista. “Le gustaba mucho el flamenco y tenía un amigo en Sevilla que tenía una academia de baile y Luis le imitaba muy bien cómo bailaba y un día nos dijo que si el partido está sentenciado y nos pitaban un penalti a favor, lo tiraría como el cojo de Sevilla. Y pasó. No me acuerdo el partido, pero fue en el Calderón. Puso el balón en el punto de penalti y se fue hacia atrás haciéndose el cojo, arrastrando, doblando, los pies y cuando llegó el momento remató con el exterior y marcó”.
Ex jugador e internacional
Marcial Pina fue siempre rival de Luis. Con el Elche, con el Espanyol y con el Barcelona, pero fueron compañeros en la Selección y después estuvo a sus órdenes como entrenador cuando llegó al Atlético (1977-78). Se emociona cuando tira de memoria. “Para ser rivales teníamos una buena relación. Nos enfrentamos directamente muchas veces ahí, en el centro del campo y teníamos el punto en común, lanzar las faltas y lo hablábamos en los partidos y, sobre todo, cuando coincidíamos en la Selección. Allí las tiraba él más que yo. Tenía más mando. Tiraba siempre con la derecha y yo tenía la facilidad de hacerlo con las dos piernas. Luis al lanzar se perfilaba un poco más. Yo me ponía más frontal al balón y a la barrera. Luis le daba más rosca, le daba mucho más efecto que yo. Su balón bajaba muy rápido después de superar la barrera. Yo le pegaba más de empeine interior, yo creo que él le pegaba de interior total. Hacían más rosca sus remates. Tenía mucha calidad, mucha. Era muy completo. La gente decía que era lento, pero con su zancada ganaba mucho terreno. Era muy fuerte y metía pierna. Un día me metió una plancha y le dije Luison, coño, ¿qué haces? que me vas a romper y me decía: ‘Si no te he tocado, si te toco de verdad no te quejas...'”
No olvida que fue, precisamente, Luis quién le recomendó para el Atlético cuando le dieron la baja en el Barça. “Le faltó tiempo para llamarme. A las dos horas ya me había llamado. Le quiero en mi equipo, me dijo. Los tres años que estuve allí fue con él. Cuando fue mi entrenador nos gustaba quedarnos a lanzar faltas y nos jugábamos nuestras cervezas. Me decía Pina vamos a tirar faltas y se picaba. Era un maestro. Me enseñó mucho aunque yo era ya veterano y me he arrepentido mucho de no haberle dado más bola. A veces me callaba para que la gente no pensara que estaba haciendo la pelota, pero lo tenía que haber dicho porque fue el mejor entrenador que tuve en toda mi carrera. Ahora ya lo puedo decir y seguro que a él le hubiera gustado escuchármelo”.
Ex jugador e internacional
Faltaba un portero para completar la radiografía futbolística de Luis. Primero, rival con el Barcelona y luego compañeros en en Atlético. “Eso le dije cuando llegué al Calderón, ya tenía ganas de tenerte al lado y no enfrente. ¡No me había hecho sufrir ni ‘ná’… con las faltas y en los córners que se ponía delante de mi y no me dejaba ver ‘ná’. Saltaba con los codos arriba para impulsarse y luego, abajo, si tenía que sacudir, sacudía… El zapatones daba, daba… Era un fenómeno. Llegaba muy fácil al área. Con esas piernas que tenía, daba cinco zancadas y ya estaba allí. Era una zancada atípica por la forma de poner los pies, tipo compás. Para adentro. Era muy inteligente. No pegaba ninguna carrera en balde. Corría cuando tenía que correr, ni una más. No se desgastaba mucho. No era un Adelardo o un Robi. Le golpeaba muy bien al balón. Sabías que te la iba a poner en la escuadra y te la ponía como a Maier en la final de la Copa de Europa. Siendo interior llegó a ser Pichichi un año, con los mismos goles que Gárate (16) pero todas las temporadas estaba ahí. Luis se entendía muy bien con Ufarte, los dos formaban un tándem dificilísimo de frenar y Gárate se aprovechaba de ello”.
Armando Ufarte fue el jugador que mejor se entendió con Luis dentro de un terreno de juego. Tal era su complicidad que, después, como entrenador siempre le quiso tener cerca y fue su segundo en la Eurocopa 2008. Extremo e interior. Compañeros de hecho. “A Luis le gustaba mucho el fútbol brasileño y como yo había jugado en Flamengo y con Garrincha siempre me hablaba de ese fútbol. Nos entendíamos con la mirada. Él siempre decía que nadie le ponía los pases como yo, pero la verdad es que el también me ponía muchas veces en ventaja cuando me metía balones al hueco. Yo sabía lo que le gustaba. Me la daba, yo controlaba, intentaba superar al lateral que me cerraba el paso y mientras a él le daba tiempo llegar al área. Yo solía salir hacia fuera y él me buscaba más en el primer palo. Gárate iba al segundo. Se anticipaba bien de cabeza, le gustaba el balón por delante, no pasado y él ahí en el forcejeo con los defensas siempre ganaba porque era fuerte. ¿Cuántos goles le di de los 173 que marcó en el Atlético? No los hemos contado, pero bastantes, seguro bastantes”.
Luis tenía ya 31 años cuando se proclamó máximo goleador de la Liga en la temporada 1969-70. Compartió galardón con su compañero de equipo José Eulogio Gárate y con su eterno rival, Amancio Amaro. Marcó 12 goles en casa y cuatro fuera. Firmando dobletes ante el Mallorca, Granada, Real Madrid y Valencia. No fue ese, sin embargo, su mejor registro realizador en un Campeonato. En la 64-65 ya había marcado 19 y en la 65-66, 18. En la 67-68 y en la 72-73 también llegó a los 16 que le valieron el trofeo ‘Pichichi’
Con la Selección, Luis no pudo conseguir triunfar plenamente como lo hizo en el Atlético o después como seleccionador. Como él decía, le mataban los ‘italianos y los del Madrid, que mandaban mucho en la Selección. Los futbolistas que jugaban en la la Liga italiana: Luis Suárez, Luis del Sol, Joaquín Peiró, tenían mucho tirón para los seleccionadores de turno y también para los aficionados. La competencia en su puesto era feroz y no pudo pasar de las 21 convocatorias y de los 11 partidos con tres goles (Francia, Grecia e Irlanda del Norte). Debutó con Villalonga de seleccionador después de la Eurocopa 64, aunque antes había sido llamado para dos partidos sin llegar a debutar. Su estreno fue contra Escocia (0-0), amistoso y su último encuentro en enero de 1972 contra Hungría. No logró disputar vestido de rojo ninguna gran competición, aunque estuvo en las fases de clasificación.
Así era el Luis futbolista. Un fenómeno.
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