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La ultraderecha de Le Pen, a dos pasos del poder en Francia bajo la sombra del apoyo de Putin

Toda Europa asiste este domingo a las elecciones legislativas en Francia ante el cambio de paradigma que puede producirse cuando cierren las urnas. La victoria de la extrema derecha de Marine Le Pen se da por descontada, incluso con mayoría absoluta, en unos comicios que comienzan este fin de semana pero que tendrán segunda vuelta en muchas de las circunscripciones dentro de siete días. Y ese triunfo de Rassemblement National (RN, ‘Agrupación Nacional’ en español) tiene el potencial no sólo de cambiar la política francesa, sino la geopolítica continental.

Casi 50 millones de franceses están llamados a las urnas para elegir a los 577 componentes de la 17ª Asamblea Nacional de la V República Francesa. Y todas las encuestas dan por claro vencedor a RN, encabezados en este caso por Jordan Bardella, lo que minaría aún más el liderazgo de un ya debilitado Macron tanto en territorio nacional como en la Unión Europea.

Los de Le Pen confían, además, en que el triunfo más o menos aplastante de estas legislativas sirvan para impulsar definitivamente a su lideresa de cara a las presidenciales previstas para 2027. Macron, por su parte, ve la cara opuesta de la moneda: “Si perdemos, prefiero darle las llaves de Matignon (el palacio del primer ministro) al RN en 2024 que las del Elíseo a Marine Le Pen en 2027″, aseguró el 9-J a los suyos, confiando en el desgaste que pueda suponer para la extrema derecha mantenerse en puestos de responsabilidad durante los próximos años.


Cartel electoral con Le Pen y Bardella

Efe

Guerra en Ucrania

En el juego geopolítico, el continente teme que la victoria de RN suponga un giro de timón con respecto a las medidas francesas sobre la guerra en Ucrania. Marine Le Pen se ha preocupado de dejar clara la posición de su partido durante la campaña, advirtiendo de que no permitirá que se envíen tropas galas al país invadido por Rusia desde febrero de 2022.

En una entrevista publicada hace unos días por Le Telegramme, Le Pen subraya que su candidato a primer ministro, Jordan Bardella, respetará las reglas institucionales sobre las competencias del jefe del Estado, pero según su lectura eso no le permite a Macron hacer lo que quiera y a ese respecto ya le han fijado las “líneas rojas” sobre la guerra en Ucrania.

“El presidente no podrá enviar tropas”, aseveró, recordando que, aunque es Macron quien tendría las competencias en defensa, “ser jefe del Ejército para el presidente es un título honorífico puesto que es el primer ministro el que controla la caja”, señalando a que es el Gobierno quien elabora y aprueba los presupuestos.

Las palabras de Le Pen salieron a colación en el último debate presidencial, celebrado el jueves, cuando el primer ministro saliente, Gabriel Attal, infirió que la victoria de Bardella supondría “una disputa entre el presidente y el primer ministro”. “Se trata de un mensaje muy grave al mundo entero sobre la seguridad de Francia”, agregó.

El candidato ultraderechista adelantó que “no dejará al imperialismo ruso absorber un Estado aliado como Ucrania”, pero agregó que Francia “se protegerá de todo riesgo de escalada” de ese conflicto y se opondrá al envío de misiles de largo alcance a Ucrania.

La RN ha rechazado el envío de militares a Ucrania, donde podrían convertirse en objetivo de ataques rusos, como también se opone a que las armas entregadas por Francia se utilicen para atacar el territorio ruso, con el argumento de que hay que evitar una espiral que conduzca a su país a la guerra.


Urnas electorales en Francia para las elecciones legislativas

Reuters

Responde así al aumento de declaraciones en apoyo a Ucrania que ha realizado Macron en las últimas semanas, contemplando incluso la posibilidad de enviar instructores militares franceses al territorio ucraniano para formar las tropas. Hasta ahora, esa instrucción se lleva a cabo esencialmente en Francia o en Polonia.

Vínculos con Putin

Las relaciones entre la formación de Marine Le Pen y el presidente ruso, Vladímir Putin, han sido ampliamente cuestionadas durante más de una década. De hecho, el pasado año tuvo lugar una comisión parlamentaria de investigación sobre la interferencia rusa en la política francesa, donde la líder negó rotundamente que el préstamo de 9 millones de euros que su formación recibió en 2014 se recibiese del Gobierno ruso, defendiendo que los fondos provenían de “un banco” y no hubo ninguna “contraprestación” de tipo político.

Sin embargo, una investigación que el medio galo Mediapart ha sacado a la luz esta semana demuestra que el negociador de dichos préstamos, el ex eurodiputado Jean-Luc Schaffhauser, intercambiaba correos electrónicos con un asesor de Putin que concedió el préstamo. En ellos, Schaffhauser cifraba en “300.000 euros” lo que podría costar que él interviniese en el Parlamento apoyando posiciones prorrusas. Su fundación recibió poco después más de 250.000 euros.

La comisión de investigación, que se prolongó durante seis meses, concluyó que “Rusia está dirigiendo una campaña de desinformación a largo plazo en nuestro país para defender y promover los intereses rusos y polarizar a nuestra sociedad democrática”. Para ello usan, decía el informe, a RN, un partido que “mantiene muchos vínculos privilegiados con el Kremlin” y actúa como un altavoz para sus posiciones.

Hace unos meses, en febrero, el primer ministro Gabriel Attal acusaba a Le Pen de ser una “soldado de Putin”, y que ella y su partido están “esperando la primera oportunidad para recordar a quién es su verdadera lealtad”. “Cabe preguntarse si las tropas de Vladímir Putin no están ya en nuestro país. Me refiero a ti y a tu entorno”, le espetó en una intervención parlamentaria.

Le Pen y Putin se reunieron en el Kremlin en marzo de 2017, cuando ella era candidata a la presidencia francesa, y durante la campaña electoral. Le Pen habló en el parlamento ruso, donde abogó por acabar con las sanciones que la UE había impuesto a Rusia por invadir Crimea tres años antes.

Eje franco-alemán

Pero el cambio en la geopolítica iría mucho más allá de la guerra de Ucrania. Las elecciones al Parlamento Europeo del pasado 9 de junio ya confirmaron el incremento de los apoyos de las fuerzas más a la derecha de la Cámara, con Renovar Europa y los Conservadores y Reformistas Europeos sumando entre ambos más eurodiputados que la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas.

En Francia, RN se alzó con el 31% de los sufragios doblando en votos al segundo y dando la excusa a Macron para un adelanto electoral para coger a sus rivales a pie cambiado, intentando emular de alguna forma lo que hizo Pedro Sánchez en 2023 tras el varapalo en las elecciones autonómicas y municipales. El inquilino de El Elíseo trató, además, de evitar que la izquierda pudiese organizarse en una candidatura única en apenas una semana, pero fracasó en su intento. Según las encuestas, el nuevo Frente Popular logrará la segunda posición y aventajará en cerca de 10 puntos a los macronistas.


Papeleta de las elecciones legislativas en Francia en junio de 2024

Reuters

Pero un Parlamento dominado por Bardella, y las implicaciones que eso tendría para la política exterior de Francia, puede acabar de romper un ya frágil eje franco-alemán, la alianza que es el motor de Europa desde la creación, en los años 50, de la CECA y la CEE.

Tras la despedida de Angela Merkel de la Cancillería, las relaciones entre ambos países se han ido enfriando, en parte por los signos políticos distintos de ambos Gobiernos, en parte por el liderazgo declinante de Olaf Scholz

y también por los crecientes problemas internos de Macron que le han forzado a dedicar más atención a sus problemas domésticos.

Especialmente ha separado a Scholz y Macron cómo responder a la invasión rusa de Ucrania. Por ejemplo, el canciller dice que “no es un fan” de ideas como la emisión de deuda europea para aumentar el gasto militar en el Viejo Continente, algo que ha propuesto el líder galo. Alemania, de hecho, “lucha contra los eurobonos para la Defensa”, constató esta semana el diario económico Handelsblatt.

El pasado domingo, Scholz, en vista del auge del RN en las encuestas, reconoció en una entrevista con la televisión pública ARD que estaba “preocupado” por el escenario político que dibujan las elecciones legislativas galas, y deseó “que los partidos que no son el de Le Pen ganen las elecciones”.

El diario germano Frankfurter Allgemeine Zeitung señalaba en los últimos días que la convocatoria a las urnas de Macron alberga “riesgos considerables en términos de política interior y exterior”. “Si hay un Gobierno del RN, las prioridades van a cambiar, serán cuestiones como el nivel adquisitivo, la inmigración, la seguridad interior, y no tanto los temas europeos”, agregaba.

Además, más allá de la toma de decisiones a nivel europeo, los socialistas alemanes temen que la colaboración en el Parlamento de la extrema derecha de Le Pen con la derecha tradicional de Los Republicanos siente un precedente para una alianza similar en territorio germano entre la CDU y Alternativa para Alemania (AfD), acabando con el ‘cordón sanitario’ al que la derecha clásica ha sometido a la ultraderecha teutona.

Alta participación

Los franceses mayores de 18 años (más de 49,5 millones de personas) están llamados a elegir a los 577 diputados en otras tantas circunscripciones uninominales que reúnen en principio 125.000 electores de media.

Este sábado ya votaron los territorios franceses de América (Saint Pierre et Miquelon, Guayana, Guadalupe, Martinica, Saint Barthélemy y San Martín en el Caribe) y de Polinesia y Nueva Caledonia, mientras que el resto del país lo hará este domingo entre las 8.00 y las 18.00 horas en las zonas rurales, las 20.00 en las grandes ciudades.

Los franceses del extranjero han podido votar en línea entre el 25 y el 27 de junio y han sido mucho más numerosos que en las últimas legislativas de 2022: el Ministerio de Exteriores ha anunciado que ha habido más de 410.000 votos, comparados con los 250.000 hace dos años.

De hecho, se da por hecho que la participación será mucho más elevada como lo han anticipado los sondeos de la última semana, que han augurado que acudirán a las urnas entre el 64% y el 67% de los 49,34 millones de electores inscritos. Esto supondría hasta 20 puntos más que en 2022, y los comicios legislativos con mayor participación en lo que va de siglo.

Una prueba de la fuerte movilización es que se han superado los dos millones de solicitudes de voto por procuración, un mecanismo que permite que otra persona vaya a depositar el voto de un elector en su nombre a un colegio electoral. Es el doble que en 2022.

Segunda vuelta

Al término de la primera vuelta, quedan elegidos diputados aquellos candidatos que consiguen más del 50% de los votos emitidos en su circunscripción siempre que eso represente al menos el 25% de los electores inscritos en el censo.

Si nadie ha obtenido la mayoría absoluta de los votos, pasan a la segunda vuelta los dos que han terminado en las primeras posiciones, así como los candidatos que hayan conseguido en la primera vuelta un número de votos equivalente a cuando menos un 12,5% de los electores inscritos en la circunscripción.

La cuestión entonces será qué estrategia adoptarán unos y otros de cara a la segunda vuelta del 7 de julio en las circunscripciones en disputa. La próxima semana se llevará el escaño el que tenga más sufragios y los demás se quedan sin nada. Por eso es frecuente que un candidato, aunque se haya calificado, se retire si cree que tiene pocas posibilidades para evitar que sea diputado un candidato cuya victoria quiere evitar a toda costa.

En este sentido, los partidos de la coalición de izquierdas ya han anticipado que en la segunda vuelta pedirán el voto para el candidato que tenga más posibilidades de impedir la elección de los designados por la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen o sus aliados.

Bloqueo político

El candidato a primer ministro de RN, Jordan Bardella, ha insistido en los últimos días en que no formará Gobierno salvo que los electores le den una mayoría absoluta en la cámara (289 diputados como mínimo) ya que en caso contrario no podría aplicar su programa porque da por hecho que ninguno de los grupos de oposición le darían apoyo.

Así, si no hubiese mayoría absoluta para ninguno de los tres grandes bloques, que son RN con sus aliados de derechas, la izquierda y los macronistas, se abre el escenario de un bloqueo político.

Una parálisis que, a menos de que se constituyera un Ejecutivo dirigido por una personalidad independiente de consenso -algo que sería inédito en Francia- correría el riesgo de durar, ya que el presidente de la República no puede volver a convocar elecciones legislativas durante un año.

Por lo que se refiere a este segundo y último mandato de Macron, termina en 2027 de forma que si su grupo pierde las elecciones lo normal sería que se iniciara una etapa de cohabitación con un Gobierno de diferente color político.

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