Han pasado dos años desde que Rusia lanzó su invasión a Ucrania. Las vidas perdidas, los masivos desplazamientos, las brechas en el sector educativo y de la salud y los enormes daños materiales e inmateriales son un recordatorio de la crudeza de esta guerra, que no tiene perspectivas de menguar.
La vida de los ucranianos cambió por completo en febrero de 2022.
Hace dos años, la Rusia de Vladimir Putin lanzó una anunciada invasión bajo el rótulo de una “operación especial”. Desde entonces ha dejado devastadoras consecuencias a nivel humanitario en lo que ya es una guerra de desgaste, con periodos de pocos avances, pero con un desangre sin coto.
En 2023 ya eran notables los efectos en la cantidad de personas muertas y el desplazamiento masivo que se había generado a raíz del estallido del conflicto.
Todo esto no se ha detenido, pero en este 2024 otros aspectos como las heridas profundas en la educación de los niños o las afectaciones en la vida de los adultos mayores han salido a la superficie y hablan de la gravedad de un conflicto que no tiene un fin en el horizonte. Más allá de la estrategia militar, ¿cuál ha sido el costo humano del conflicto en el corazón de Europa?
Decenas de miles de personas han perdido la vida en el conflicto. Hallar una cifra real de los fallecimientos tras dos años de guerra es complejo debido a la falta de datos y al encubrimiento de los mismos por parte de los actores involucrados.
Sin embargo, la Misión de Vigilancia de los Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ucrania verificó, entre el 24 de febrero de 2022 y el 31 de enero de 2024, casi 10.500 civiles muertos y cerca de 20.000 heridos en toda Ucrania, incluidos 580 niños fallecidos y 1.300 heridos.
En cuanto a las bajas militares, la cifra es todavía más incierta. En agosto del año pasado, el diario estadounidense ‘The New York Times’ citaba funcionarios estadounidenses que aseguraban que las bajas militares de Rusia se acercaban a las 300.000. Mientras que del lado ucraniano los muertos serían cerca de 70.000.
Según la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA), en los primeros cuatro meses de 2023, “el número promedio de víctimas civiles por mes fue de 696. Sin embargo, en mayo y julio de 2023, el promedio mensual aumentó a 861. En agosto y septiembre, el número de víctimas se mantuvo alto, con cerca de 700 personas reportadas muertas o heridas”.
La agencia AFP, citando al Ejército ucraniano el pasado 8 de febrero, estimó que las fuerzas de Kiev habían matado o herido a más de 392.000 soldados rusos desde la invasión.
Además, el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) denunció que en Ucrania habría al menos 23.000 personas desaparecidas. De estas sus familias no han tenido noticias, “ya sea porque han sido capturadas o asesinadas, o bien porque perdieron el contacto tras huir de su hogar”.
Las necesidades de ayuda vital no hacen más que aumentar en Ucrania. “Mientras la guerra arrasa pueblos y ciudades cerca del frente, las necesidades humanitarias en estas áreas están alcanzando niveles catastróficos. La situación no puede mejorar a menos que la guerra se detenga”, señala la OCHA.
Además, la agencia ha denunciado que más de 17,6 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Ucrania. Esto es equivalente al 40% de la población total del país.
Las necesidades son mucho más apremiantes en el sur y este del país, según recalca la ONU. En comunidades de la primera línea, más de 3,3 millones de personas necesitan asistencia humanitaria.
Los principales afectados son “las mujeres, niños, personas mayores, grupos marginados, como las personas que viven con VIH/SIDA, los gitanos, comunidades lésbicas, gays, bisexuales, transgénero, queer, intersexuales (LGBTQI+), y personas con discapacidad”.
Entre casas convertidas en escombros, incertidumbre y la imposibilidad de una vida estable, millones de personas han abandonado sus hogares en Ucrania. Hasta septiembre de 2023, ACNUR reportaba cerca de cuatro millones de personas desplazadas al interior del país. La situación es especialmente crítica -señala la agencia de la ONU- para las 111.500 personas que viven en sitios colectivos.
Gran parte de estos albergues acogen a adultos mayores (el 85%) mientras que el 59% alberga a personas con discapacidades y el 33%, hogares encabezados por mujeres. Estos puntos suelen presentar diferentes violencias de género, alerta la agencia.
El desplazamiento prolongado ha llevado a muchos al límite, ya que han agotado sus recursos y capacidad para hacer frente a la pérdida de empleo o ingresos, aumentando su exposición a la explotación y el abuso, e incrementando la posibilidad de recurrir a estrategias de respuesta negativas, señala ACNUR.
Muchos viven en condiciones precarias. De hecho, de los cuatro millones de personas desplazadas internamente dentro de Ucrania, casi 3,6 millones necesitan asistencia humanitaria.
“Regresar a casa no será una opción hasta que sus hogares hayan sido reconstruidos y los servicios básicos restaurados en sus áreas de origen”, señala la ONU.
La mitad de los desplazados internos se encuentran en cuatro óblast (regiones): Dnipro, Járkiv, Kiev y Odessa, y en la ciudad de Kiev. Y según ACNUR, gran parte de estas personas huyeron del este y sur del país, desde Donetsk, Járkiv, Zaporizhia, Jersón y Lugansk.
La agencia detalla estos desplazamientos, que, en gran parte, tienen lugar dentro del mismo óblast o macroregión. También asegura que el 60% de las personas que han dejado sus hogares dentro del país llevan al menos un año desplazadas.
Además, ACNUR apunta que unos 6,2 millones de personas han buscado huir de Ucrania, muchos de ellos refugiados en distintos países de Europa.
Según Statista, el país con más refugiados ucranianos desde que comenzó la guerra es, de hecho, Rusia. Al país han llegado más de 1.270.000 ucranianos. Alemania, con 1.086.000 era -hasta septiembre de 2023- el segundo país con más refugiados, y Polonia, el tercero, con 968.000.
La educación se ha vuelto uno de los puntos más alarmantes en esta guerra. Desde el acceso hasta la calidad de la enseñanza en territorio ucraniano se han visto profundamente afectados.
De acuerdo con OCHA, “el acceso a una educación de calidad se ha visto afectado negativamente por la destrucción de instituciones educativas, así como por la falta de electricidad y tecnología de telecomunicaciones”.
Las cifras delatan la magnitud de estas afectaciones. Hasta el 24 de febrero de 2023, 3.151 instituciones educativas para niños en edad escolar (escuelas, liceos, etc.) habían resultado dañadas desde el inicio de la invasión rusa, según cifras del Ministerio de Educación y Ciencia de Ucrania, recogidas por Amnistía Internacional. Y al menos 440 han sido totalmente destruidas.
Por su parte, un reporte de Human Rights Watch publicado en noviembre del año pasado afirma que, desde febrero de 2022, más de 3.790 instalaciones educativas han resultado dañadas o destruidas.
Los niños ucranianos han pagado un alto precio en esta guerra porque los ataques a la educación son ataques a su futuro, afirma Hugh Williamson, director de la división de Europa y Asia Central de Human Rights Watch.
Muchos de estos lugares han sido no solo objetivos militares, también se han convertido en sitios usados por la Fuerzas Armadas de Rusia.
Organismos internacionales también alertan que los ataques deliberados contra escuelas pueden constituir un crimen de guerra y que los responsables deben rendir cuentas en procedimientos judiciales.
Otras, en cambio, se han convertido en refugios para personas desplazadas o centros de distribución de ayuda humanitaria.
La ausencia de espacios seguros, como instituciones educativas y espacios amigables para niños, intensificó el riesgo de violencia y abuso para los niños que no asisten a la escuela, señala la OCHA.
La escuela en Ucrania tiene otros problemas. Uno de ellos es la falta de personal calificado. Otro son los ataques a las redes eléctricas que afectan tanto a los estudiantes que van a la escuela y a los que han tenido que asistir a clases en modalidad remota.
Además, existe otra particularidad para esos estudiantes que viven en los territorios ocupados por Rusia. Muchos de ellos, según señala Amnistía Internacional, son “expuestos al adoctrinamiento”, al mismo tiempo en que las familias y los profesores se enfrentan a “amenazas y represalias severas”.
El informe ‘Ukraine: Children’s education is one more casualty of Russian aggression’ detalla que los niños que viven bajo la ocupación rusa “asisten a escuelas con personal insuficiente y enfrentan intimidaciones de personal armado ruso dentro de los edificios escolares”.
Como la educación, la salud en Ucrania también ha sido uno de los aspectos más afectados luego de dos años de guerra.
Según señala la OCHA, se han verificado -para diciembre de 2023- 1.129 ataques a centros de salud. De ellos, 1.006 impactaron estos lugares y afectaron a 78 trabajadores sanitarios.
Según el Ministerio de Salud de Ucrania, para junio del año pasado más de 1.300 centros de salud habían resultado afectados y al menos 184 fueron totalmente dañados.
Como asegura Médicos Sin Fronteras, “los más vulnerables son las personas mayores y las que padecen enfermedades crónicas o discapacidades”.
Buena parte de los adultos mayores sufre de aislamiento y segregación en Ucrania. Muchos han sido separados de sus familias y han tenido que dejar sus hogares.
Amnistía Internacional sostiene que “Ucrania tiene una de las proporciones más altas de personas mayores del mundo: casi 10 millones de su población de alrededor de 41 millones, casi una cuarta parte, tenían más de 60 años antes de febrero de 2022”.
El organismo denuncia que existen enormes dificultades para reconstruir una vida “digna” y “luchan por acceder a vivienda adecuada, a servicios de apoyo y a atención sanitaria”.
De hecho, son muchas las personas mayores que deben vivir en refugios temporales, en espacios no equipados con los implementos necesarios como escuelas u otros edificios públicos.
“Casi todos los refugios que visitó Amnistía Internacional eran total o parcialmente inaccesibles para personas con discapacidad física”, señala el organismo. Y añade: “Muchos carecían de rampas para entrar al edificio, ascensores, barras de apoyo para hacer accesibles los baños o espacio suficiente para que un usuario de silla de ruedas pudiera dar una vuelta completa”.
La reconstrucción de la economía de Ucrania costará 486.000 millones de dólares. Así lo muestra un reporte del Banco Mundial junto con la ONU, la Comisión Europea y el Gobierno ucraniano. Esto significa 2,8 veces la producción económica esperada para el 2023.
Los 486.000 millones de dólares es una cantidad insondable y, por supuesto, refleja necesidades reales, dijo Arup Banerji, director regional del Banco Mundial para Europa del Este.
La estimación es 75.000 millones de dólares más que la que se había hecho en marzo del año pasado, que indicaba que costaría unos 411.000 millones de dólares.
Según el informe, las necesidades más urgentes son la de vivienda con 80.000 millones de dólares (17%), seguida por las de transporte de 74.000 millones de dólares (15%) y el comercio y la industria con 67.500 millones de dólares (14%).
A pesar de ello, el análisis -que cubre el periodo comprendido entre la invasión rusa el 24 de febrero de 2022 y el 31 de diciembre de 2023- asegura que la alta tasa de daños observada en los primeros meses de la crisis la guerra se había desacelerado drásticamente.
Por otro lado, la OCHA manifiesta que la infraestructura ucraniana ha sufrido un daño considerable en el sector del transporte, la energía, las comunicaciones y el agua. Esto, asegura, “ha afectado significativamente el porcentaje de la población y ha impedido la actividad económica”.
Asimismo, afirma que el daño directo a la infraestructura y a los edificios se estima en unos 135.000 millones de dólares. En dos años de conflicto, aproximadamente 1,4 millones de casas han resultado afectadas o destruidas.
La cultura también ha sufrido durante los últimos dos años de guerra.
La Unesco asegura que los daños físicos de los sectores culturales y turísticos asciende a 3.500 millones. Al mismo tiempo advierte que se necesitan casi 9.000 millones de dólares durante los próximos diez años para su recuperación.
Al igual que en la infraestructura, este sector ha registrado un aumento en el monto estimado para su recuperación con respecto al año pasado. En 2023, se calculaba que se necesitaban 2.600 millones, es decir, tuvo un incremento del 40%.
La estimación cubre un total de 4.779 bienes culturales y turísticos que han resultado dañados, según reportaron las autoridades del país. El cálculo tiene en cuenta no solo los daños a sitios y edificios de valor patrimonial (estimados en 2.410 millones de dólares), sino también daños a obras de arte, colecciones y depósitos culturales (161 millones de dólares); daños a edificios y talleres dedicados a las industrias culturales y creativas (262 millones de dólares); y daños a instalaciones turísticas (650 millones de dólares).
Por otro lado, los sectores de la cultura y el turismo también han acumulado pérdidas de 19.600 millones de dólares, lo que representa un aumento del 30% en un año. Kiev, la capital, ha sido una de las ciudades más afectadas con una pérdida de cerca de 10.600 millones de dólares.
Ucrania se adentra en su tercer año de guerra contra uno de los ejércitos más poderosos del mundo mientras el sufrimiento humano y las heridas siguen ganando peso cada día.
Con AFP, Reuters y medios locales
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