Donald Trump no es el presidente de Estados Unidos, pero sus palabras ya mueven el mercado como si lo fuera. Sus filias y sus fobias son de sobra conocidas, porque ya las exhibió durante su anterior periplo en la Casa Blanca. Y conforme se acercan las elecciones de noviembre gana peso el llamado Trump Trade. Esto es, invertir o desinvertir pensando en el impacto que pueda tener sobre determinadas acciones la victoria del líder republicano, al que las encuestas dan por ahora como favorito también frente a la demócrata Kamala Harris.
Por un lado, petroleras, fabricantes de armas, operadores de prisiones privadas, bancos y aseguradoras se frotan las manos. Por otro, empresas exportadoras, de energías renovables, de chips o de coches eléctricos temen las consecuencias de un aumento de aranceles y del negacionismo climático de Trump. Hay otros interesados que se juegan mucho dinero en los comicios: el viraje del expresidente desde el criptoescepticismo hacia posiciones muy favorables a estos controvertidos activos es un hecho. Y las compañías de inteligencia artificial (IA) —o con amplios intereses en ellas, como los llamados siete magníficos— pueden aprovecharse de las intenciones desregulatorias de Trump, partidario de derogar las leyes aprobadas por Biden en ámbitos como la privacidad, la seguridad o la discriminación por parte de los algoritmos, para implantar en su lugar una barra libre en nombre de “la libertad de expresión y el progreso humanos”, Trump dixit.
¿Por qué invertir ahora, cuando aún es posible una remontada demócrata? El mercado suele seguir la máxima compra con el rumor, vende con la noticia, por lo que posicionarse después de las elecciones implica un peaje por la prudencia: el de sumarse a la tendencia mucho más tarde que otros, y por tanto, comprar más caro o vender más barato. El riesgo es bidireccional: la resaca de una derrota de Trump, o de una victoria sin controlar las dos Cámaras del Congreso, sería notoria para las compañías que están beneficiándose del runrún preelectoral que sitúa en cabeza al político neoyorquino.
¿Qué valores pueden estar entre los ganadores de una victoria trumpista? Northrop Grumman, Lockheed Martin y Raytheon son algunos de los más populares de la industria militar estadounidense, y ya fueron de los más beneficiados por la anterior victoria del republicano en 2016. El endurecimiento de las exigencias de EE UU de un mayor gasto en defensa a sus aliados de la OTAN, ya expresado por el candidato a vicepresidente republicano, J. D. Vance, también podría propulsar a compañías del otro lado del charco. Destacan la francesa Safran, las británicas Bae Systems y Qinetiq, y la alemana Rheinmetall, que vive un momento dulce por el aumento de pedidos derivado de la guerra en Ucrania, hasta el punto de que está absorbiendo empleados de la industria del motor para hacer frente al aumento de encargos.
“Las crecientes expectativas del mercado sobre una presidencia de Trump en EE UU podrían significar un aumento del gasto en defensa en Europa, y estas empresas obtuvieron mejores resultados cuando los riesgos de aranceles comerciales aumentaron en el período 2016-2019″, señala un informe de Goldman Sachs. Hay un reverso negativo para sus inversores: Trump asegura que puede acabar con la guerra en Ucrania, y si tiene éxito, terminaría con la fuente de ingresos en que se ha convertido el conflicto para estas empresas.
En el ámbito de la seguridad resuena el nombre de la polémica firma de prisiones privadas Geo Group, que acumula numerosas denuncias por el trato a sus internos, y además gestiona centros de detención de inmigrantes irregulares, un colectivo señalado por Trump. Sube en Bolsa un 122% en el último año ante las expectativas de que un endurecimiento de las leyes migratorias le daría nuevos contratos con la Administración. En el mismo sector opera Core Civic, cuyos títulos han crecido un 53% en 12 meses.
“Drill, baby, drill”, entonó Donald Trump en su discurso de aceptación de la nominación presidencial. El eslogan, popularizado en 2008 entre los republicanos enrocados en mantener los combustibles fósiles en el mix energético, llama a seguir perforando para extraer petróleo. Y resume la visión de Trump sobre el tema. The Washington Post publicó que durante una cena en Mar-a-Lago el pasado abril prometió a 20 altos ejecutivos de la industria petrolera revertir las leyes climáticas de impulso al coche eléctrico y las energías renovables, aumentar las perforaciones petroleras en el Golfo de México y eliminar los obstáculos a las perforaciones en el Ártico de Alaska, si a cambio donaban 1.000 millones de dólares a su campaña. Entre los presentes había directivos de Exxon, Chevron y Occidental Petroleum. Y ese trío puede estar en el grupo de grandes beneficiadas en Bolsa, junto al resto de ligadas al negocio del gas y el crudo.
Otra de las frases que dejó Trump la noche de su nominación también tendría, de cumplirse, una repercusión enorme en el mercado. “Pondré fin al mandato de los vehículos eléctricos desde el primer día”, aseguró. Su objetivo sería salvar la industria automovilística nacional y ahorrar al consumidor los miles de dólares de más que cuestan los coches de baterías.
Paradójicamente, Elon Musk, fundador y jefe de Tesla, la mayor compañía de vehículos eléctricos del mundo, ha mostrado abiertamente su apoyo a Trump. Y vista su respuesta en X a un vídeo con las citadas declaraciones del expresidente, confía en salvarse de la quema gracias a que no depende de ayudas públicas. “Un número sorprendente de personas piensa que Tesla sobrevive gracias a los subsidios. Esto es cierto para nuestros competidores, pero no para Tesla”. La empresa sube un 38% en el último mes.
Los aranceles para cerrar el mercado a los automóviles procedentes de China podrían dificultar la expansión de marcas como BYD, que aun así sube casi un 30% en lo que va de año. Pero los fabricantes europeos también se podrían ver golpeados. Potencias exportadoras como Alemania temen medidas proteccionistas que echen sal en la herida de sus gigantes de la automoción, sumidos en las dificultades por adaptarse al cambio acelerado al coche eléctrico. Volkswagen (que tiene en Norteamérica su tercer mercado tras China y Europa Occidental), Porsche y BMW acumulan pérdidas este año, y Daimler cotiza prácticamente plana.
La guerra comercial no ha cesado durante el mandato que ahora acaba. “Biden ha mantenido/ampliado los aranceles y la guerra comercial de Trump de 2018″, dice un informe de Bank of America. Pero crece la incertidumbre sobre cómo será su intensidad si hay cambio político. “Si la guerra comercial de esta década gira en torno a la tecnología, Estados Unidos tiene más que perder”, advierte el banco. Trump ha planteado un impuesto del 10% sobre las importaciones de todos los países, y del 60% sobre todo lo que provenga de China.
Uno de los componentes donde más claramente se está librando la batalla es el de los semiconductores. EE UU ha impuesto restricciones a las exportaciones de chips sofisticados a China para que el gigante asiático no se imponga en la pugna que mantienen por liderar la IA y apunta a endurecerlas aún más. Y empresas como la holandesa ASML (la más grande de Europa por capitalización), la estadounidense Nvidia o la taiwanesa TSMC están siendo víctimas de las diatribas de Trump. Recientemente afirmó que Taiwán debería pagar a Estados Unidos por defender la isla frente al expansionismo de China, y le acusó de apropiarse del 100% de la industria norteamericana de semiconductores. En ese contexto, la pasada fue la peor semana para las tecnológicas europeas desde la pandemia.
Nvidia es parte de los siete magníficos que han propulsado la Bolsa estadounidense en los últimos tiempos. Y la relación del poder con ellos es compleja. Meta canceló las cuentas de Trump en Facebook e Instagram en enero de 2021 tras elogiar a los radicales que irrumpieron en el Capitolio, pero se las devolvió en 2023. Aunque el jefe de Meta, Mark Zuckerberg, ha evitado respaldar públicamente a alguno de los candidatos, tras el intento de atentado elogió la reacción de Trump calificándola de “impresionante”. “Es difícil no emocionarse con ese espíritu y esa lucha, y creo que por eso le gusta a mucha gente”, añadió.
En una personalidad tan emocional e imprevisible, ofrece pistas sobre cómo puede ser la relación con Apple, la mayor cotizada del planeta, el comentario de Trump sobre su consejero delegado, Tim Cook, la semana pasada. “Es un muy buen hombre de negocios”, le alabó.
Las esperanzas del sector tecnológico están depositadas en la influencia que pueda ejercer la figura del número 2 de Trump, J. D. Vance, bien conectado con esta industria por haber trabajado en Silicon Valley durante casi cinco años. Esa experiencia profesional, unida a los favores que les debe a algunos de sus ejecutivos —su relación con el cofundador de PayPal y uno de los primeros inversores de Facebook, Peter Thiel, del que fue empleado, ha sido clave en su carrera política— le haría ser más comprensivo con demandas pronegocio, como la desregulación de la inteligencia artificial.
Eso se traduciría en mayores beneficios tanto para el universo de start-ups que está generando la irrupción de la IA, como para las grandes compañías, especialmente en el ámbito de defensa, con empresas como Palantir (cofundada precisamente por Thiel, que aún es uno de sus accionistas más importantes) subiendo más de un 60% este año. O Anduril, cuya salida a Bolsa está prevista para los próximos meses.
“Por ahora, recomendamos mantener la exposición a los gigantes de tecnologías de la información de EE UU, pero asignar capital nuevo en acciones cíclicas como las de pequeña y mediana capitalización y las industriales”, señala el banco suizo Julius Baer. Grupos de seguros de salud privados como UnitedHealthcare, Humana y CVS también aparecen entre las potenciales ganadoras. Y Goldman Sachs apuesta por invertir en compañías europeas expuestas a EE UU, que obtengan allí al menos un 55% de sus ingresos.
La Bolsa estadounidense ha tenido un comportamiento espectacular durante el mandato de Biden. Solo este año, el índice S&P500 ha tocado máximos históricos 38 veces. Kaspar Köchli, economista de Julius Baer, espera que haya continuidad con Harris, lo cual explica la respuesta sin estridencias del mercado al cambio de liderazgo. “Dado que se espera que una posible campaña de Harris aplique las políticas fiscales y comerciales congruentes de Biden, los mercados han reafirmado el status quo
y han reaccionado modestamente”, explica.Trump ha mencionado rebajas de impuestos que pueden engordar los beneficios de las empresas, pero otras de sus medidas representan riesgos para el mercado. Si el proteccionismo crece a golpe de aranceles y la batalla contra la inmigración se recrudece y reduce la oferta de trabajadores, la llamada Trumpflación puede ser una realidad. “A la banca le podría favorecer por sus políticas inflacionarias, es decir, la sostenibilidad de tipos de interés más elevados de lo previsible”, explica Leopoldo Torralba, economista de Arcano.
El aspirante republicano, sin embargo, no parece tomar todas sus decisiones mirando al mercado. Vance, hasta ahora senador por Ohio, no era el candidato a vicepresidente favorito de una parte de los inversores por su retórica populista y anti-élites. “Damas y caballeros, hemos terminado de atender a Wall Street. Nos comprometeremos con el trabajador”, dijo al poco de ser elegido.
Esa desconfianza se transforma en adhesión para otra parte de los inversores. El universo cripto ve en Vance a uno de los suyos. Es el primer candidato a vicepresidente que posee bitcoins, y eso, unido al cambio de discurso de Trump sobre las criptomonedas para atraer a millones de potenciales votantes que invierten en ellas, está convirtiendo claramente al Partido Republicano en la formación elegida por quienes depositan su papeleta pensando en políticas amigables con el universo cripto.
A quienes no convenza invertir en los sectores ya mencionados, la forma más obvia —aunque no poco arriesgada— de vincular la cartera a una victoria republicana es comprar títulos de Trump Media & Technology Group. La empresa editora de la red Truth Social ha doblado su valor en lo que va de año, pero su destino parece ligado a lo que ocurra en la noche electoral del próximo 5 de noviembre.
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